Los nexos canadienses y el narco mexicano: una detención reveló vínculos con el Cártel de Sinaloa

En México, algunos ciudadanos de Canadá buscan negociar la compra y trasiego de drogas

La Ciudad de México, capital del país, se ha convertido en los últimos años en la autopista de carreras del crimen organizado. El pasado 28 de enero, un hombre de origen canadiense, identificado como Haddy Younes, fue capturado por elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, en la exclusiva zona de Santa Fe.

Younes manejaba aquella noche a exceso de velocidad, cuando planeaba enviar la droga de México a Canadá en un vuelo internacional, escondida en una maleta. El conductor del Hyundai gris con placas de Guerrero explicó que vivía en un penthouse en Toluca (Estado de México).

Una semana antes había ocurrido el asesinato de dos canadienses en el parque turístico de Xcaret, en Quintana Roo. De acuerdo con las autoridades, el móvil del crimen sería una deuda con el narcotráfico.

Investigaciones periodísticas de InSight Crime sugieren que algunos ciudadanos canadienses se están haciendo pasar por empresarios y utilizan la tecnología para vender droga por internet. En México buscan a los proveedores más baratos y negocian las ventas.

En Canadá opera un grupo criminal conocido como El Consorcio, que se encuentra en las principales ciudades canadienses como Montreal, Toronto y Vancouver. Se ha identificado que trabaja en conjunto con el cártel de Sinaloa para tener un suministro constante de cocaína. El trasiego es realizado desde la región andina. La relación entre ambas organizaciones ha marcado un cambio en el comportamiento de las mafias locales hasta entonces controlada por familias italianas como la ‘Ndrangheta y la Cosa Nostra.

En el libro Wolfpack, de reciente publicación, los periodistas Peter Edwards y Luis Nájera describen como esta alianza transformó el mundo del comercio de drogas en el país de la hoja de maple no sólo desplazando a las familias italianas y a pandillas estadounidenses como los Hell Angels, sino también en el modelo de venta -a través de almacenes- el uso de nuevas tecnologías y el diseño de un nuevo tipo de narcotraficantes.

Una parte del libro detalla por qué la tecnología jugó un papel crucial en el funcionamiento de Wolfpack, con páginas de textos encriptados que muestran cómo los miembros planeaban mover toneladas de cocaína, desahogarse sobre problemas conyugales y a quiénes tenían en su lista negra.

De acuerdo con la investigación de los autores, el Cártel de Sinaloa tiene presencia en el este de Canadá donde se dedica principalmente al tráfico y comercio de cocaína. Los Arellano Félix se mantendrían vigentes gracias a su relación con grupos criminales en el occidente de Canadá como zonas rurales de Alberta y Vancouver. Mientras que Los Zetas se dedicarían al tráfico de migrantes y extorsión a mexicanos que viven en ese país.

Con redes constituidas desde hace décadas, el Cártel de Sinaloa sigue siendo la organización más poderosa de México. Los reportes de la Agencia Antidrogas de EEUU (DEA), señalan un circuito muy organizado para traficar estupefacientes a otros países. El cártel cuenta con almacenes en las fronteras de México y distribuidores en todo el mundo.

                                                         
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