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Nueva York.
Desafiando la ola de terror desatada por las políticas de Donald Trump, miles de trabajadores inmigrantes y sus aliados se atrevieron a salir a las calles en decenas de ciudades, y rescatar una vez más la memoria histórica del Primero de Mayo en el país donde se originó –pero no se festejaba– el Día del Trabajador.
¡Aquí estamos y no nos vamos y si nos echan nos regresamos!, y el sí se puede marcaron marchas y mítines en los que trabajadores de las esquinas del mundo se encontraron con sus contrapartes estadunidenses en avenidas y plazas del país para sumarse a un coro de resistencia sin precedente al presidente novato.
En esta ciudad, donde hoy día se hablan más de 200 idiomas y más de 40 por ciento de su población nació en otro país, se encontraron mexicanos, puertorriqueños, filipinos, coreanos, unos cuantos africanos y chinos, paquistaníes, palestinos (hubo un coro de de Palestina a México, muros no), entre otros.
Somos el santuario de cada uno de los otros, damos vida a todo dentro de estas fronteras que nos quieren estrangular, declaró un líder comunitario ante unas 500 personas en Union Square, en uno de los cuatro actos en esta ciudad en el transcurso del día. Poetas latinos y afroestadunidenses leyeron poemas: Oye, mi gente, la liberad es mi única bandera, entre otros versos sobre el muro, la explotación, la resistencia y la lucha por la dignidad.
Una amplia gama de sindicatos que históricamente han sido no sólo construidos por inmigrantes, sino una de las pocas organizaciones sociales que integran sus filas con todas las etnias, colores y orígenes, encabezaron los principales actos. La lucha obrera no tiene fronteras, se leía en la pancarta de una agrupación de trabajadores latinoamericanos.
Un dirigente recordaba al público que el levantamiento contra Trump este día primero tiene sus raíces en el movimiento laboral por la jornada de ocho horas que estalló en Chicago en 1886, y que poco después se empezó a festejar en todo el mundo como Día Internacional del Trabajo, pero que aquí, con las masivas movilizaciones de inmigrantes del primero de mayo de 2006 fue que renació esta fecha en Estados Unidos como un día de lucha por los derechos de los trabajadores.
Los agremiados fueron acompañados por promotores de santuarios para los inmigrantes perseguidos, hijos de padres indocumentados, representantes de luchas anteriores de otros grupos inmigrantes –irlandeses y judíos que recordaban que son hijos o nietos de otros refugiados e inmigrantes–, frentes de defensa de derechos civiles, como Black Lives Matter, y otros.
Mi padre es un inmigrante, igual que aquellos que llegaron desde Rusia por barco, o desde Corea por avión, o que cruzaron la frontera desde México, todos llegaron aquí en busca de una vida mejor para sus familias, y lucharon por una vida digna no sólo para ellos, sino para todos en este país, y ahora nos toca luchar a nosotros; eso es lo que hicieron nuestros ancestros, declaró un estudiante de secundaria de 11 años ante más de 5 mil personas en el acto más grande en esta ciudad organizado por sindicatos y grupos de defensa de inmigrantes en Foley Square, cerca de la alcaldía, los tribunales y el edificio de agencias federales, incluido el de la migra, en la punta sur de la isla.
Tomaron la palabra representantes sindicales, de comunidades musulmanas, de una organización para la educación de trabajadores judíos inmigrantes que se fundó hace más de un siglo, oficiales electos de la ciudad… todos se hicieron eco de lo que se ha vuelto una demanda central desde que llegó Trump a la Casa Blanca: no al muro, no a la prohibición (de refugiados e inmigrantes de países musulmanes), no a las redadas.
Una banda de metales –la Banda de la Resistencia– entonó, entre un poco de funk, el himno estadunidense, pero después siguió el de México, para acabar con Esta tierra es tu tierra, el gran himno de los de abajo, de Woody Guthrie.
Estos mosaicos de resistencia se repitieron de costa a costa en el país; miles se manifestaron y hasta hicieron paros laborales. En Washington DC miles llegaron frente a la Casa Blanca para denunciar las políticas del ocupante. Inmigrantes de CASA in Action Maryland y otras organizaciones y sindicatos marcharon con pancartas y mantas, en una se leía: Prohíban la ignorancia, no a los inmigrantes, aquí se sumó el representante federal demócrata Luis Gutiérrez, entre otros, y, de hecho, un gran número de legisladores federales se juntaron en una expresión de solidaridad con los inmigrantes del país.
En Chicago, miles de inmigrantes y sindicalistas marcharon juntos en contra de las políticas de Trump y en favor de salarios y derechos laborales justos, movilización a la que se sumaron el senador federal demócrata Dick Durbin y otras figuras.
En Los Ángeles, miles participaron en por lo menos tres actos –algo que al igual que en Nueva York fue resultado de algunas divisiones– en el transcurso del día. El guitarrista Tom Morello encabezó una de las marchas.
Hubo más acciones en Seattle, Portland, Oregon, Oakland, Filadelfia, Indianapolis, San Francisco, Phoenix, Atlanta y Miami, entre muchas ciudades más. En Austin, se llevó a cabo una ocupación pacífica de las oficinas del gobernador Greg Abbott en protesta por las medidas antimigrantes que promueve.
Cientos –algunas organizaciones reportan que miles– de comercios cerraron en solidaridad y algunos de los dueños acompañaron a sus trabajadores a las marchas.
A la vez, las dimensiones de estas movilizaciones fueron menores de lo previsto por varios organizadores. Esto, según algunos entrevistados por La Jornada, no es sorprendente, dado el clima de alarma, ansiedad y temor que Trump ha cultivado entre las comunidades inmigrantes desde que ganó la elección. De hecho, algunos se asombraron de que, a pesar de ello, tantos decidieran participar en las expresiones públicas de repudio contra el mandatario más antimigrante y antipopular en la historia moderna de este país.
Estamos aquí para resistir, resistir y resistir, advirtió una organizadora en Nueva York. Esto apenas empieza.