El general Gallardo pugnó por el regreso de los militares a sus cuarteles… pero nadie lo escuchó

El general Gallardo habló con López Obrador antes de que fuera presidente y le manifestó su inconformidad de que los militares se mantuvieran en las calles.

proceso.com.mx

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Hombre de pensamiento crítico, el general Francisco Gallardo Rodríguez murió defendiendo lo que más amaba: el Ejército. En vida, cuando el actual presidente andaba en campaña, habló con él, le manifestó que mantener al Ejército en la calle, realizando labores de seguridad pública, lo exponía. Le dijo que era conveniente el regreso a los cuarteles. “(Andrés Manuel) López Obrador no le respondió. No dijo nada”, recuerda Francisco, el hijo mayor del general.

Y narra a Proceso algunos episodios de la vida de su padre, así como lo que fueron las semanas previas a la muerte de su padre:

“Este jueves hizo cinco semanas que ingresó al hospital. Ya tenía en casa dos semanas, convaleciente, tratando de recuperarse con oxígeno, pero al ver que no mejoraba y se le bajaba la oxigenación, decidimos internarlo. Al tercer día de hospitalizado lo intubaron y a partir de allí estuvo inconsciente casi toda su convalecencia.

Desde su internación, la familia no tuvo acceso a él y finalmente el general Francisco Gallardo falleció este jueves a las 12:02.

Antes de que el general se diera cuenta de que había contraído el virus, tenía síntomas similares a los que había sentido unos meses antes en que le dio gripa, por lo que pensó que se trataba de otro cuadro gripal, sin embargo, al ver que se agravaban los síntomas, el 9 de marzo acudió a la Cámara de Senadores –donde laboraba– a realizarse una prueba de la que resultó positivo.

A partir de entonces se resguardó en casa. María Leticia y Jessica, esposa e hija del general Gallardo, respectivamente, también resultaron positivas a covid- 19. Ellas se recuperaron, pero el general no, comenta su hijo.

Ninguno tiene idea en dónde y ni en qué momento se contrajo el virus. “Además aún no estaba vacunado, el antídoto llegó a la delegación Tlalpan, donde él radica, justo cuando él ya estaba contagiado”.

Al momento de su muerte fungía como asesor en el Senado de un legislador de Morena, y hasta hace tres meses estuvo en la Comisión de Defensa Nacional. Tiempo atrás también fue asesor de Layda Sansores, aparte de que formaba parte de la vida académica de la UNAM, donde impartía clases en línea a sus alumnos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.

“Hasta su muerte, su relación con la Sedena (Secretaría de la Defensa Nacional) quedó fracturada. Gracias al amparo que ganó, pudo conservar el grado de general, pero cuando sale de la cárcel en la que estuvo más de cuatro años por su pensamiento crítico, le quitaron sus prestaciones, le dejaron sin nada. Mi mamá no tendrá pensión por parte de la Sedena, sólo porque mi padre criticó la mala práctica dentro del Ejército”, recuerda.

Desde entonces, comenta, nunca hubo algún acercamiento con la Sedena. Incluso el distanciamiento se repitió con el actual secretario Luis Cresencio Sandoval. “De hecho, mi papá estaba en Morena, fue candidato a gobernador de Colima hace seis años y conoció en su momento al presidente Andrés Manuel López Obrador”.

El general Gallardo habló con el tabasqueño y le manifestó su inconformidad de que los militares se mantuvieran en las calles.

“Mi papá no estaba en contra de los militares, ni del Ejército, al contrario, los amaba, pero como demócrata que fue, creía que, como sucede en los países más desarrollados, el Ejército no hace labores de seguridad pública ni está involucrado en nada que no tenga que ver con la estricta función para la que fue creada esta institución, la de salvaguardar a la Patria de los enemigos externos, no de los internos, para estos está la policía y otros órganos de seguridad pública”.

Pensaba que al meter al Ejército en estas labores lo exponía y, como sucedió, se verían involucrados en actos de corrupción, en matanzas, ejecuciones extrajudiciales, etcétera. Por eso era conveniente que el Ejército regresara a los cuarteles, este fue el punto del general Gallardo.

López Obrador aun no era presidente, estaba en campaña y sólo lo escuchó, no dijo nada, recuerda Francisco, su hijo.

Añade: “De nuevo, iniciando este gobierno, tuvo un distanciamiento porque no comulgaba con la política de militarización, ni con la Guardia Nacional, todo ello estaba en contra de lo que mi papá venía impulsando: el regreso de los militares a sus cuarteles. Pero mi padre siempre fue un hombre de pensamiento crítico. No por un puesto iba a opinar diferente, y eso luego no gusta”.

                                                         
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