Su consumo excesivo puede causar desde arritmias cardíacas hasta encefalopatía hemorrágica, según estudios recientes
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El uso excesivo de bicarbonato de sodio puede provocar efectos secundarios que van mucho más allá de un simple malestar estomacal.
En investigaciones recientes, se ha documentado que la ingesta elevada de esta sustancia puede desencadenar desde arritmias cardíacas hasta casos aislados de encefalopatía hemorrágica, una complicación neurológica grave.
Aunque estos episodios no son frecuentes, su existencia subraya la necesidad de extremar la precaución al consumir bicarbonato, especialmente fuera de supervisión médica.
El bicarbonato de sodio es ampliamente conocido por su capacidad para aliviar la acidez y el reflujo gástrico, y se encuentra tanto en medicamentos antiácidos de venta libre como en remedios caseros.
Su uso se extiende también a la cocina, la limpieza y la industria, lo que lo convierte en un producto de uso cotidiano en muchos hogares.

Sin embargo, la percepción de inocuidad puede llevar a subestimar los riesgos asociados a su consumo excesivo.
La dosis recomendada para adultos y adolescentes suele ser de 2 gramos (media cucharadita) disueltos en 120 mililitros (4 onzas) de agua, con un máximo de 6 gramos diarios.
Para personas mayores de 60 años, la cantidad debe reducirse, y en menores de 12 años su uso no está aconsejado.
Superar estas cantidades puede alterar el equilibrio de sales en el organismo, lo que se traduce en una serie de síntomas adversos.

Entre los efectos secundarios más habituales del exceso de bicarbonato de sodio destacan náuseas, vómitos, diarrea, estreñimiento, flatulencias, espasmos abdominales, debilidad muscular, deshidratación, convulsiones y dificultad respiratoria.
En casos de consumo prolongado, puede aparecer insuficiencia renal. Además, la acumulación de gases por la reacción química en el estómago puede llegar a causar la ruptura de las paredes gástricas, una complicación potencialmente mortal.
El uso continuado y en grandes cantidades también incrementa el riesgo de deficiencia de cloruro y potasio, eleva los niveles de sodio y favorece alteraciones metabólicas, lo que puede agravar enfermedades renales preexistentes.

El bicarbonato puede interactuar con medicamentos como antifúngicos, antibióticos, antiinflamatorios no esteroideos, antiarrítmicos, antiepilépticos y sales de litio, lo que exige especial vigilancia en pacientes polimedicados.
Existen contraindicaciones claras para el uso de bicarbonato de sodio: personas alérgicas, pacientes con alcalosis metabólica o respiratoria, hipocalcemia, hipoclorhidria, tendencia a edemas, apendicitis, obstrucción intestinal, insuficiencia renal o hepática, quienes siguen dietas bajas en sodio y mujeres embarazadas deben evitarlo.
La recomendación general es que cualquier uso prolongado o en dosis superiores a las indicadas se realice bajo control médico, y que ante síntomas persistentes de acidez o reflujo se consulte a un profesional de la salud.