El ‘Jefe de jefes’ llegó a controlar las principales rutas de la droga durante la década de los 70, bajo el llamado Cártel de Guadalajara
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Hace 34 años la entonces Procuraduría General de la República (PGR) llevó a cabo la detención de uno de los capos mexicanos más relevantes a nivel nacional e internacional, quien presumía tener el control del tráfico de drogas en Latinoamérica. Se trataba de Miguel Ángel Félix Gallardo, mejor conocido como “El jefe de jefes”, líder y fundador del ahora extinto Cártel de Guadalajara.
Félix Gallardo nació el 8 de enero de 1946 en Bellavista, un suburio de Culiacán, Sinaloa. Pese a sus intenciones de estudiar Comercio, optó por sumarse a las filas de la policía judicial de dicha entidad para posteriormente desempeñarse como escolta de seguridad en la casa del entonces gobernador estatal, Leopoldo Sánchez Celis (1963-1968). Años después incursionaría en el negocio criminal del tráfico de drogas.
A partir de la década de 1970 Gallardo ya tenía contacto con miembros delictivos. Durante ese periodo conocería a dos importantes narcotraficantes: Rafael Caro Quintero, el ‘Narco de Narcos’, y Ernesto Fonseca Carrillo, ‘Don Neto’, con quienes formaría el Cártel de Guadalajara, una de las primeras organizaciones criminales que controló las rutas de droga en el país.
Para 1980 el Cártel de Guadalajara era catalogado como el mayor distribuidor de marihuana en México, según la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), la cual también había detectado envíos de cocaína a Estados Unidos, gracias a los socios que El Jefe de Jefes pudo establecer en Colombia.
Caída de Félix Gallardo
Las indagatorias de la DEA contra el Cártel de Guadalajara llevó a que uno de sus agentes –Enrique Camarena Salazar, Kiki– fijara su atención en Rafael Caro Quintero, uno de los socios más cercanos de Félix Gallardo. Gracias a sus informes, en 1984 se efectuó un operativo en el municipio de Allende, Chihuahua, donde se intervino el rancho de “El Búfalo”, propiedad de El Narco de Narcos
En aquella ocasión se aseguraron más de 8 mil 500 toneladas de marihuana, lo que posteriormente llevaría al secuestro de Kiki Camarena en febrero de 1985 como un acto represalía. El agente de la DEA fue asesinado junto al piloto mexicano Alfredo Zavala en Guadalajara; sus cuerpos fueron encontrados un mes después. A partir de ese momento, los miembros de más alto rango dentro del Cártel de Guadalajara fueron cayendo uno a uno.
Primero se arrestó a Caro Quintero en una lujosa mansión de Alajuela, en Costa Rica, el 4 de abril de 1985. Tres días después capturaron a Ernesto Fonseca Carrillo en Puerto Vallarta, Jalisco. Sin embargo, faltaba un capo que también estaría detrás del asesinato de Kiki Camarena, considerado como uno de los autores intelectuales: Miguel Ángel Félix Gallardo.
Peese a que El Jefe de jefes era uno de los narcos más buscados en México y Estados Unidos, continuó traficando cocaína de manera impune gracias a sus contactos con las autoridades. Sin embargo, las investigaciones encaminadas a su detención nunca pararon. Fue así que finalmente llegó el día de su captura: 8 de abril de 1989.
La detención de Félix Gallardo -de 43 años en ese entonces- se realizó en una lujosa casa de Guadalajara, en un operativo bajo el mando del comandante de la Policía Judicial Federal, Guillermo González Calderoni. Si bien la orden de arrestro cumplimentada fue por un caso distinto al de Kiki Camerena, se le relacionó con el tráfico de cocaína.
Fue hasta principios de 1990 que se le imputaron cargos por el asesinato del agente de la DEA y el piloto mexicano, por lo cual fue sentenciado a 37 años de prisión, sumado a los 40 años por los delitos de acopio de armas, contra la salud y lavado de dinero. Desde aquel entonces El Jefe de jefes ha luchado por impugnar su sentencia.
A sus 77 años, Félix Gallardo sigue tras las rejas en el penal de Puente Grande, Jalisco, pese a que se le han diagnosticado hasta 22 padecimientos de salud, entre los que destacan neumonía, tubercolosis y diabetes. Actualmente lucha para salir de prisión y cumplir el resto de su condena bajo arresto domiciliario.