Visitantes repudian opulencia de Los Pinos

jornada.com.mx

Ciudad de México. Oficialmente abierta a las 10 de la mañana, una hora después la afluencia ciudadana a la otrora residencia oficial de Los Pinos rebasa ya las expectativas que tenía la Secretaría de Cultura para el primer día de acceso público irrestricto.

Ahora hay que hacer fila para ingresar a la casa Miguel Alemán, donde hasta hace unas semanas habitaba la familia Peña Nieto. Un recorrido por donde se encontraba el centro del poder, una opulencia, aventura un visitante, inimaginable para una República.

Los pisos de mármol, los enormes candiles, el lujoso comedor para 28 personas, una pequeña sala de cine, la enorme oficina presidencial, una gran recámara, seguida de un gran vestidor, un pasaje que por un momento se deja abierto para poder acceder a la alberca presidencial.

Azorados, el pueblo admira el lujo presidencial, que para algunos tiene tintes monárquicos. Es la Casa Miguel Alemán, antaño restringido solo a visitantes distinguidos quienes podían ingresar parcialmente a la intimidad presidencial.

El anuncio del nuevo gobierno da acceso a una gran parte de la ex residencia oficial de Los Pinos, al punto de ingresar a la recámara vacía del ex presidente, Enrique Peña Nieto y las de su familia.

Entre asombrado e indignado, otro visitante suelta con un dejo de enojo al ver la cocina presidencial: «ni una cacerola dejaron».

Hacia las 11:30 la casa Miguel Alemán ya parece una romería de chilangos, aunque llegan también desde otras entidades. Insólita oportunidad de conocer lo que era la sede poder presidencial.

Aún cuando permanece bajo resguardo castrense, en coordinación con personal de la Secretaria de Cultura, no es ya más el Extinto Estado Mayor Presidencial, sino la Policía Militar la responsable de vigilar que no sé cometan excesos. También al personal militar se les percibe sorprendidos, no por los lujos que escondía la residencia, como por la irrupción de ciudadanos que ahora pasean sin restricciones, donde era una zona estratégica de seguridad nacional.

“Mucho lujo, a costa de nosotros”, señala Rosa María, una septuagenaria indignada por los miles de pesos que implicaba sostener esto.

Para llegar a la casa, en medio de jardines cuidadosamente preservados, la galería del poder: todos los presidentes desde el general Lázaro Cardenas, reproducidos en bronce. Algunos irreconocibles, muestran rostros endurecidos, de quienes han conducido al país: Carlos Salinas con un semblante satisfecho que porta un libro que solo dice Solidaridad. Enrique Peña Nieto portando una bandera, entre otros.

Sobre el camino se colocó una pantalla gigante que permite a unos mil observar la toma de protesta de Andrés Manuel López Obrador. Que detona expresiones igual,entre insólitas en Los Pinos: «Fuera Peña, Fuera Peña, corean al momento en que se retiraba la banda presidencial. No le perdonan ni el último momento de su gestión.

Se aplaude y vítorea a López Obrador, se festina el anuncio del régimen político, desde el mismo corazón que albergó a quienes encabezaron el viejo régimen.

                                                         
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