Con una técnica empleada para el Párkinson, científicos estadounidenses probaron en monos que es posible disminuir el consumo hasta en un 90%. Cómo se realizó la investigación. Los hallazgos publicados en Nature Medicine
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el alcoholismo “es un factor causal en más de 200 enfermedades y trastornos”. Entre ellos, el abuso de alcohol puede impactar en la salud mental al empeorar condiciones existentes como la depresión o provocar nuevos problemas como la pérdida grave de memoria, la ansiedad y, nuevamente, la depresión.
En ese marco, recientemente, la revista Nature Medicine presentó un enfoque novedoso para tratar los casos más graves de adicción a esta sustancia: la terapia génica.
Los autores del estudio, liderados por Kathleen Grant, directora de la división de neurociencia del Centro Nacional de Investigación en Primates de Oregón, afirmaron que recuperar el equilibrio en la producción de dopamina serviría para reducir el consumo de alcohol y probaron su hipótesis en monos.
La terapia génica
Los tratamientos en base a esta terapia utilizan como vehículos a virus inocuos para insertar en las células del paciente las instrucciones para producir proteínas que corrijan un problema determinado.
En la actualidad se la emplea para tratar la enfermedad de Parkinson, algunos tipos de cáncer, hemofilia y enfermedades raras. Ahora, un grupo de científicos de la Universidad de Ciencia y Salud de Oregón (EE UU) probaron la terapia génica, que ya se utiliza contra esa enfermedad neurológica, para estudiar su posibilidad de tratamiento frente al alcoholismo.
En el caso de la enfermedad de Parkinson, las neuronas que producen dopamina comienzan a morir. La dopamina es un neurotransmisor con varias funciones asociadas a la motivación y el placer. Sin esta sustancia, el organismo pierde el control del movimiento y aparecen los síntomas más conocidos de la enfermedad: temblores, lentitud en los movimientos, deterioro de la postura y el equilibrio, cambios en el habla y en la escritura.
Una de las opciones terapéuticas para esta enfermedad es la inserción del factor de crecimiento GDNF en el cerebro con cirugía y terapia génica para acelerar el crecimiento de las neuronas que producen dopamina.
En el caso del alcoholismo, se sabe que la sustancia aumenta los niveles de dopamina, algo que hace sentir bien al que bebe, y refuerza ese comportamiento. Sin embargo, el consumo crónico de alcohol hace que el cerebro se acostumbre y deje de generar dopamina, algo que también acaba con la sensación placentera de beber. Los investigadores dijeron que recuperar el equilibrio en la producción de dopamina sería útil para reducir el consumo de alcohol.
“Estos hallazgos preclínicos sugieren que la terapia génica dirigida a la prevención de recaídas puede ser una posible estrategia terapéutica para el trastorno por consumo de alcohol”, dijeron los científicos.
Cómo se hizo el estudio
La investigación se realizó con ocho macacos a los que se había dado gran cantidad de etanol diluido en agua para producirles alcoholismo. Luego, cuatro de ellos recibieron el tratamiento con terapia génica y a los otros cuatro se les administró solo un placebo.
En los cuatro animales que recibieron el factor de crecimiento GDNF, la dopamina recuperó el equilibrio en su cerebro y redujeron el consumo de alcohol en un 90% comparado con el grupo de control. “Su consumo se redujo hasta casi desaparecer. Durante meses, eligieron solo el agua y evitaron el alcohol. Fue increíblemente efectivo”, manifestó Grant.
“La expresión de GDNF eliminó el retorno al comportamiento de consumo de alcohol durante un período de 12 meses de desafíos repetidos de abstinencia y reintroducción de alcohol”, explicaron en el estudio publicado.
Sin embargo, los investigadores advirtieron que el camino para tratar a personas con alcoholismo mediante la terapia génica aún será largo. Por un lado, este tipo de tratamientos suelen ser muy costosos y solo se aplicarían cuando no dieran resultado otras estrategias. Además, este sistema precisa de cirugía, algo que tampoco facilita su aplicación de manera generalizada.
Además, los autores advierten de posibles limitaciones, como la posibilidad de generar problemas por un exceso de dopamina en el cerebro de los sujetos. “Aunque sea beneficioso en el contexto del consumo excesivo de alcohol, el incremento de dopamina puede ser perjudicial para otros comportamientos como los trastornos por uso de estimulantes”. Estudios anteriores han demostrado que una sobreexpresión del factor de crecimiento GDNF en la misma región del cerebro tratada en este experimento aumentó las probabilidades de recaída en modelos de adicción a la cocaína.
Los responsables del estudio plantearon que este tipo de enfoque también podría funcionar frente al abuso de otras sustancias. En otro trabajo realizado con animales, un equipo de la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota (EE UU), estudió la terapia génica en los casos de adicción a la cocaína. En este caso, los investigadores modificaron la producción de la proteína BChE, que descompone la cocaína para su absorción.
Varios estudios han demostrado que la inyección de la proteína CocH descompone la cocaína mucho más rápido, antes incluso de que el usuario sienta el placer asociado a la droga. Eso facilita reducir su consumo o evitarlo del todo, pero requiere inyecciones regulares.
Los investigadores de la Clínica Mayo comprobaron que era posible introducir el gen que produce la proteína CocH en el hígado a través de virus adenoasociados, semejantes a los utilizados para el tratamiento del alcoholismo.
En la prueba en ratones, se vio que los animales que tomaban cocaína se volvían hiperactivos y tenían daños en el hígado. Sin embargo, aquellos que habían recibido la terapia génica seguían comportándose con normalidad y no mostraban daño hepático, porque sus proteínas CocH absorbían la droga antes de que hiciese efecto. Esto hace pensar que puede ser útil para reducir el efecto de esta sustancia en los adictos, que estarían protegidos de una recaída grave si volviesen a probarla.
“Estos resultados indican que una transferencia del gen AAV8-hCocH dirigida al hígado en dosis razonables es segura, bien tolerada y eficaz. Por lo tanto, la terapia de transferencia de genes surge como un enfoque radicalmente nuevo para tratar el abuso compulsivo de cocaína”, dijeron en el estudio.