Especialistas explican que, en casos donde ya existía la enfermedad sin diagnóstico, una situación estresante puede acelerar la aparición de síntomas y conducir al descubrimiento de la condición
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Diversos mitos persisten sobre el origen de la diabetes, entre ellos la creencia de que un “susto” o episodio de intenso miedo puede causar esta enfermedad. La Federación Mexicana de Diabetes descarta que una emoción repentina, como las que se viven durante un sismo o evento similar, sea suficiente para provocar diabetes en una persona sana.
Especialistas explican que, en casos donde ya existía la enfermedad sin diagnóstico, una situación estresante puede acelerar la aparición de síntomas y conducir al descubrimiento de la condición. Además, el estrés agudo eleva temporalmente los niveles de glucosa para proporcionar energía al organismo, pero este aumento es transitorio y no equivale al desarrollo crónico de diabetes.
Las causas reales de la diabetes están asociadas con factores como obesidad, inactividad física, dieta poco saludable, tabaquismo, consumo excesivo de alcohol, hipertensión, colesterol alto, falta de sueño y estrés crónico.
Función del miedo
Por otra parte, la función del miedo es protegernos y asegurar nuestra supervivencia. Es una emoción primaria que cumple un papel fundamental en la evolución humana y en la vida cotidiana, porque nos alerta ante peligros reales o potenciales, preparándonos para reaccionar rápida y eficazmente. Entre sus principales funciones se encuentran tres: activar la respuesta de supervivencia; detectar y evaluar amenazas; regular conductas y establecer límites.

Sin embargo, aunque existe por una razón, también tiene efectos secundarios en el cuerpo, tanto a corto como largo plazo:
Efectos inmediatos o respuesta aguda
Se activa el sistema nervioso simpático, lo que puede involucrar el aumento del ritmo cardíaco (taquicardia); respiración acelerada o superficial; tensión muscular (puede generar temblores o rigidez); sudoración excesiva; dilación de las pupilas; disminución del flujo sanguíneo en órganos no esenciales (como el sistema digestivo); lo que puede causar náuseas, vómitos o diarrea; sequedad bucal; escalofríos o sensación de “piel de gallina” o liberación de adrenalina y cortisol (hormonas del estrés).
Efectos cognitivos y emocionales
Se produce pensamiento acelerado o bloqueado; dificultad para concentrarse; reacciones impulsivas o reflejas; sensación de despersonalización o desconexión del entorno; ansiedad o pánico.
Efectos prolongados del miedo crónico
Sin embargo, cuando el miedo es constante o recurrente (como en el trastorno de ansiedad) se producen efectos como la fatiga crónica,insomnio, dolores de cabeza y musculares, sistema inmune debilitado (mayor propensión a enfermedades), problemas digestivos persistentes (colon irritable, gastritis), hipertensión arterial, alteraciones hormonales, trastornos depresivos o de ansiedad generalizada, problemas de memoria o toma de decisiones (afectación del hipocampo).
Es importante reconocer que el miedo activa el modo “lucha o huida”, útil para la supervivencia, pero si se sostiene por mucho tiempo puede afectar severamente la salud física y mental. Reconocerlo y tratarlo es clave para evitar consecuencias a largo plazo.
Algunas de las opciones para tratarlo son la terapia, técnicas de regulación emocional, ejercicio, etc.