Periódico La Jornada/ Tener salud y relaciones sólidas con la familia, los amigos y las parejas sentimentales, así como tener satisfechas las necesidades básicas económicas, son elementos que los individuos toman en cuenta para definir la felicidad.
Lo que se hace es un balance individual de ese conjunto de puntos que permiten decidir el nivel de bienestar subjetivo, explicó Roberto Castellanos, académico del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El 20 de marzo se celebra el Día Internacional de la Felicidad, instituido en 2012 por la Organización de Naciones Unidas.
Otros factores que las personas consideran para determinar si son felices son la libertad para tomar decisiones cotidianas, cómo perciben la ciudad donde viven y la seguridad en su entorno, agregó Castellanos.
En este sentido, indicó, la situación del país en términos de violencia, movilidad en las ciudades y condiciones laborales y ambientales afectan también a los ciudadanos, aunque no privilegian estos puntos.
Laura Cecín, profesora de la Universidad Iberoamericana, en entrevista aparte explicó que éstas influyen de manera significativa cuando son una constante: permean el estado emocional y actitudinal de todos los días.
Castellanos indicó que la población pobre y en un contexto de violencia constante reporta niveles de bienestar y felicidad más bajos que las personas con mejores condiciones.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en una escala del uno al 10, el promedio de satisfacción que tienen los mexicanos con su vida es de 7.9.
Cecín mencionó que en la sociedad mexicana tenemos muchos puntos a favor, que nos ayudan a ir completando emocionalmente este estado de felicidad. Uno de sus pilares es la familia, que se resume en la idea de que si estoy con ellos soy más fuerte.
Agregó que culturalmente la mexicana es una nación positiva, llena de folclor y fiesta. Nos da un matiz distinto al que podríamos estar pensando en otras sociedades.
En cuanto a la religión, señaló: Somos una sociedad católica, y la fe se toma en cuenta en los momentos dolorosos o más difíciles. Contar con una divinidad siempre nos ayuda a sentirnos más tranquilos, porque estamos confiando en que no es el final, sino que algo más va a venir.
Pero también aseveró que es una sociedad que no se involucra en el contexto que vive y recurre al clásico si no pasa en mi casa no es mi problema.
Castellanos añadió que países considerados con altos niveles de felicidad, como Dinamarca o Suecia, facilitan tener una vida más balanceada con el entorno social, que la gente pueda salir y hacer actividades deportivas o de esparcimiento. Una cosa importante también es que hay relación con el medioambiente. Suelen ser países muy preocupados por tener parques o contacto frecuente con la naturaleza. Agregó que aunque en estos países también hay sufrimiento, los elementos en su entorno les permiten recuperarse más fácilmente de la adversidad.
El año pasado la encuesta de Gallup que registra el informe mundial de la felicidad ubicó a México en el lugar número 16 a escala internacional.