Reconocido internacionalmente por su investigación en regeneración nerviosa, el también dejó huella como formador de neurocirujanos y líder en instituciones médicas
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El doctor Ignacio Madrazo Navarro, destacado neurocirujano e investigador mexicano, dejó una huella imborrable en la historia de la medicina al realizar el primer trasplante de células nerviosas humanas con fines terapéuticos, un logro que marcó un hito en el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson, el cual fue resultado de una investigación pionera que desarrolló junto al doctor René Drucker Colín.
Según detalla la Secretaría de Educación Pública, este trabajo posicionó a Madrazo como una figura emblemática en la comunidad científica internacional, superando incluso a grupos de investigación suecos que lideraban el campo en ese momento.
Nacido el 23 de diciembre de 1942 en la Ciudad de México, Madrazo Navarro se formó como Médico Cirujano en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde obtuvo su título en 1963. Posteriormente, se especializó en neurocirugía en el Hospital General del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en 1973 y fue certificado por el Consejo Mexicano de Cirugía Neurológica en 1975.
Ese mismo año, ingresó a la Sociedad Mexicana de Cirugía Neurológica, de la cual fue nombrado Socio Honorario en 2004, además, su trayectoria académica incluyó una Maestría en Ciencias Médicas en la UNAM, concluida en 1983, y una destacada labor como profesor de neurocirugía.
Un parteaguas en la neurociencia médica

Madrazo ocupó diversos cargos de relevancia en el sistema de salud mexicano, como jefe de servicio en la Torre de Especialidades Médicas del Centro Médico Nacional La Raza y jefe de investigación nacional del IMSS, sin embargo, uno de los momentos más destacados de su carrera fue su contribución al tratamiento del Parkinson mediante trasplantes de tejido nervioso.
En 1988, publicó junto a un equipo de investigadores el estudio “Efectos neuropsicológicos del autoinjerto cerebral de tejido medular suprarrenal para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson” en la revista Neurology.
El procedimiento consistió en trasplantar tejido de la médula suprarrenal de los propios pacientes al núcleo caudado de su cerebro con el objetivo de que las células trasplantadas liberaran dopamina de manera sostenida, ayudando así a restaurar el equilibrio neuroquímico afectado por la enfermedad.
El estudio incluyó una evaluación neuropsicológica detallada de siete pacientes antes y después de la cirugía. Previamente, todos presentaban deterioro frontal, desorganización motora, déficits de memoria y trastornos visuoespaciales. Tres meses después del injerto, se observaron mejoras significativas en las funciones motoras, en la organización cognitiva y en tareas de memoria estructurada. Estos avances no podían explicarse únicamente por factores como el estado de ánimo o la atención, respaldando la hipótesis de que el injerto había influido directamente en la función cerebral.
Este fue el primer estudio clínico del mundo en reportar éxito funcional en un trasplante de tejido nervioso humano, lo que colocó a Madrazo y a su equipo en la vanguardia de la neurocirugía mundial, cuyos resultados fueron ampliamente citados e influyeron en el rumbo de la medicina regenerativa neurológica en los años siguientes.
Ciencia aplicada a gran escala

En el capítulo titulado “Trasplante neural (autoadrenal, nigral fetal y suprarrenal fetal) en la enfermedad de Parkinson: la experiencia mexicana” de la serie de libros académicos sobre neurociencia publicados por Elsevier, Avances en la investigación del cerebro (Progress in Brain Research), el Dr. Madrazo en compañía de un grupo de colaboradores documentaron los trasplantes neuronales en 42 pacientes con Parkinson.
De acuerdo con la información consultada en Elsevier, siguió una técnica quirúrgica uniforme y se aplicaron rigurosos métodos de análisis estadístico y neuroquímico. Los resultados revelaron mejoras clínicas y la presencia de una actividad promotora del crecimiento de neuritas, denominada NOPA, que sugiere un entorno favorable para la regeneración neuronal. El procedimiento, aunque experimental, logró restaurar parcialmente funciones motoras y cognitivas en personas con una respuesta reducida a la terapia tradicional con L-dopa.
Reconocido a nivel nacional e internacional, de acuerdo con la Secretaría de Educación Pública, el Dr. Madrazo recibió la Medalla de Reconocimiento del Presidente de la República Miguel de la Madrid Hurtado en 1987 por “La Repercusión Internacional de sus trabajos Científicos”, la Medalla Nobel del Instituto Karolinska como conferencista invitado en 1988 y múltiples premios académicos, como el “Everardo Landa”, el “Gonzalo Castañeda” y el “Francisco Montes de Oca”.
Así mismo, publicó decenas de artículos científicos, seis de ellos considerados clásicos en su área, y fue uno de los doce científicos mexicanos más citados en la década de 1981 a 1991, según el Instituto para la Información Científica.
A la par de su trabajo de laboratorio y quirófano, dirigió importantes centros hospitalarios del IMSS, entre ellos el Hospital de Especialidades del Centro Médico Nacional Siglo XXI, inaugurado en 1992 por el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari.
Bajo su dirección, el hospital fue equipado con tecnología médica de vanguardia y consolidado como un centro de excelencia académica, asistencial y de investigación. Además, en 1994, durante el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), Madrazo instaló un quirófano móvil en Chiapas para brindar atención médica especializada a comunidades indígenas en condiciones de extrema vulnerabilidad.