Tenía 59 años y aspiraba llegar a Carondelet en los comicios del próximo 20 de agosto. Su popularidad aumentó a raíz de sus denuncias por los casos de corrupción en los que desenmascaró a políticos y empresarios en múltiples tramas
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En la parroquia del cantón de Alausí, una pequeña jurisdicción andina de un poco más de 6.000 habitantes nació Fernando Alcibíades Villavicencio Valencia, de 59 años. Se mudó a Quito con su familia cuando tenía 13 años. El líder sindical, periodista y político fue acribillado la tarde del 9 de agosto en la capital de Ecuador luego de asistir a un mitin político que era parte de sus actividades proselitistas. El asesinato de Villavicencio ha conmocionado al país que se prepara para acudir a las urnas el próximo 20 de agosto.
El liderazgo sindical en Petroecuador, la Empresa Pública de Hidrocarburos del Estado, distinguió a Villavicencio en su vida profesional y sentó las bases para su participación en la política.
Tras su paso por el sindicalismo petrolero, Villavicencio incursionó en el periodismo y trabajó con varios medios de comunicación como el diario El Universo y en la revista Vanguardia. Debutó políticamente como dirigente de la Coordinadora de Movimientos Sociales, afiliada al Movimiento Pachakutik, una organización indigenista de izquierda.
Consiguió notoriedad nacional por primera vez en 2011 como asesor del asambleísta Klever Jiménez del Movimiento Pachakutik, uno de los principales detractores de Rafael Correa. Ambos denunciaron que el ex presidente socialista había tramado un supuesto auto secuestro ocurrido el 30 de septiembre de 2010 durante una insurrección policial por demandas salariales en un cuartel ubicado al norte de Quito.
La denuncia fue presentada como evidencia en una acción judicial por difamación impulsada por el ex presidente Correa que obligó a Villavicencio y a Jiménez a buscar refugio en medio de la selva amazónica ecuatoriana en la comunidad de Sarayaku, a 204 kilómetros de Quito, en una región inaccesible por medios de transporte convencionales. Villavicencio vivió en la selva protegido por indígenas durante los 18 meses ordenandos como sanción.
Fernando Villavicencio publicó alrededor de 260 investigaciones periodísticas en su propio sitio web mientras aún estaba refugiado en la selva. Uno de los casos denunciado fue el del negocio petrolero que el gobierno de Correa tenía con PetroChina Limited la empresa petrolera y gasística china propiedad de la empresa estatal China National Petroleum Corporation. Villavicencio denunció una discrepancia considerable entre el precio real del mercado y el precio que facturó Petroecuador en ese momento, con un monto que superó los USD 2.200.000.000 en sobreprecios. Este esquema involucró iniciativas como la Refinería del Pacífico y la Refinería Esmeraldas, y representó uno de los mayores escándalos de corrupción en la historia ecuatoriana.
Villavicencio había enfrentado amenazas contra su vida anteriormente. En 2014, su casa fue allanada y una camioneta disparó cuatro tiros y provocó cuatro explosiones en la puerta de entrada al domicilio. Antes de ser atacado y asesinado al salir del mitin celebrado en un coliseo al norte de Quito, Villavicencio confirmó las amenazas en contra de su vida que había recibido de organizaciones narcotraficantes.
Su popularidad aumentó a raíz de exhibir periodísticamente los casos de corrupción en los que desenmascaró a políticos y empresarios en tramas como la de Odebrecht, las irregularidades en la construcción de la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair y en los negocios en Petroecuador. Fue elegido miembro de la Asamblea Nacional en 2021 y presidió vigorosamente la Comisión de Fiscalización en donde impulsó investigaciones anticorrupción principalmente en contra de los ex presidentes Rafael Correa y Lenín Moreno, y de altos miembros de sus respectivos gobiernos.
Otro caso impulsado por Villavicencio fue el que luego la Fiscalía rebautizó como Caso Sobornos, originalmente llamado “arroz verde”, y que resultó en el enjuiciamiento y sentencia condenatoria de varios altos funcionarios del gobierno de Rafael Correa, entre ellos el propio ex presidente, quien actualmente se encuentra fuera del país huyendo de la sanción de encierro por peculado que pesa en su contra.
En su último discurso, pronunciado en el coliseo Anderson al norte de la ciudad de Quito, lugar donde fue atacado y asesinado, Fernando Villavicencio arremetió en contra de sus adversarios con expresiones como las siguientes:
“El 20 de agosto, compañeras y compañeros, se decidirá entre la mafia y la patria. O triunfan los mafiosos o regresa la mafia. O la gente buena, los demócratas, la gente valiente, gana la batalla. Gana la patria. Esa es la gran esperanza que yo tengo. Si el 20 de agosto, la patria ganará. Ya es demasiado dolor el que han causado a este país en las últimas dos décadas. Demasiado dolor acumulado. Ríos de plata y de riqueza han ido a los bolsillos de delincuentes de cuello blanco, de guayabera e incluso de delincuentes de poncho, porque la corrupción no discrimina”.
“Yo estoy aquí porque quiero un país de libertades. Porque no quiero que a ninguno de ustedes les hagan en la casa lo que a mí me hicieron. No quiero que nadie más viva lo que yo viví, lo que vivió mi familia. La peor persecución que alguien haya sufrido. Y por eso yo no les tengo miedo. Porque la noche que allanaron mi casa y mi hijo de año y medio lloraba sin saber por qué podrían allanar su casa un martes, cualquier día, en la mañana. Pero allanar la casa la noche de Navidad, solo hace una persona enferma. Y ese tipo que hoy está prófugo, que nunca volverá a comerse un hornado en Sangolquí, es un hombre enfermo que solo puede generar compasión. Yo ya le gané. Ya le derroté. Por eso está sentenciado”.
“Y me siento orgulloso de que los delincuentes me odien. Sería terrible que los delincuentes me quisieran. Pero yo no les tengo venganza ni odio. Les tengo compasión. Y en nombre de todas las víctimas, en nombre de Jorge Gabela, en nombre de Quinto Pazmiño, en nombre de todas las víctimas de esa tiranía, vamos a derrotarles el 20 de agosto para que nunca más se atrevan a volver a hacer del poder un instrumento de persecución a la gente de a pie”.
Alexandra Villavicencio, hermana del político, aseguró que el ataque fue un complot para callar a su hermano: “Si algo pasa con nuestras vidas, responsabilizamos al gobierno y a (Rafael) Correa”, advirtió.