Pese a amenazas, Mario sigue buscando a su hermano en fosas

Mario Vergara salió de Guerrero para refugiarse en la Ciudad de México, donde para poder seguir con la búsqueda de cadáveres se mantiene de la venta de mezcal

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CIUDAD DE MÉXICO.

Todas la mañanas Mario Vergara, un hombre de 44 años, sale de su pequeño departamento ubicado en la alcaldía Benito Juárez para ejercitarse. Pero él no es  el típico corredor que entrena para ganar maratones. Calza botas de uso rudo en lugar de zapatos deportivos. No usa short sino pantalón de mezclilla y una playera de algodón estampada.  Se prepara a diario para buscar a su hermano en fosas clandestinas.

Me preparo para subir a las montañas, porque las montañas no tienen piedad, porque tenemos que caminar muchos kilómetros, me estoy preparando para ser uno de los mejores buscadores de fosas en este país.”

Una hora y media de caminata; 30 minutos subiendo y bajando escaleras, 30 más de  abdominales y una hora y media de pesas, conforman su rutina del día.

Pero la  preparación de este hombre que  forma parte la Brigada Nacional de Búsqueda de Fosas Clandestinas y del colectivo “Los otros buscadores buscando vida entre los muertos” no se reduce a la parte física.

He aprendido los 206 huesos que tiene cada persona, he aprendido muchas cosas, he retado al gobierno mexicano a buscar en campo: pasa tu equipo especializado para que veas que es una gran simulación lo que tú tienes y después pasamos nosotros y vamos a desenterrar lo que ellos no encuentran.”

Mario busca en fosas desde el 2014.  Dos años antes, el 5 de julio de 2012 su hermano, Tomás Vergara Hernández de 39 años fue secuestrado en el municipio de Huitzuco, Guerrero. Ese día Tomás, Tomy no llegó al cumpleaños de una de sus hermanas menores.

A la familia le pidieron 300 mil pesos para liberarlo sin darles una prueba de vida. Tomás nunca volvió.

Hemos encontrado muchas personas, pero no a mi hermano; alguien me dijo: Mario cada vez que encuentras una fosa lleva el nombre de tu hermano y eso (a mi familia y a mí)  nos ha traído mucha paz, por qué, porque ahora todos son nuestros familiares, todas las personas que hemos desenterrado es gracias a mi hermano y para mitigar un poco el dolor, pensamos que es mi hermano al que encontramos.”

Hace seis meses, en medio de su búsqueda incansable, Mario fue desplazado de su Huitzuco de origen, donde creció y vivió con sus tres hermanos.

Huitzuco era un pueblo muy bonito ahí vivimos, ahí crecimos, ahí estudiamos, antes del secuestro de mi hermano escuché hablar que habían secuestrado a los Miranda, escuché hablar que habían secuestrado a otra familia de mi pueblo, había asesinatos había desaparecidos, empezaron a haber balaceras en el pueblo y así continuaron las cosas hasta el día de hoy”

A fines de marzo del año 2019 desenterré una persona de 11 días de enterrado, se enojaron los malos de mi pueblo, me amenazaron y me tuve que salir; desde entonces estoy refugiado en la Ciudad de México.”

Desde 2017 Mario se encuentra  dentro del mecanismo de protección a Defensores de Derechos Humanos, aunque lo considera un “elefante blanco”.

No nos protege, ni nos ayuda, tan sólo lo único que hacen es mandar oficios.”

                                                         
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