Nuevo León se encrespa y doblega al “Bronco”

El gasolinazo activó la inconformidad en Nuevo León y terminó con el escaso capital político del otrora candidato independiente Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco. El jueves 5, cerca de 20 mil ciudadanos se concentraron en la Macroplaza y le gritaron sus inconformidades al mandatario por las innumerables promesas incumplidas, en particular la supresión de la tenencia vehicular, y los aumentos decretados durante su primer año de gestión.

MONTERREY. NL.– En menos de un año, el capital político cosechado por Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, se diluyó. Las muestras de simpatía han sido borradas por sus yerros como gobernador independiente. Hoy, los nuevoleoneses están indignados no sólo por sus promesas de campaña incumplidas, sino por las alzas e impuestos decretados por su administración.

Pero fue el gasolinazo el que detonó la inconformidad generalizada. El jueves 5 por la tarde, alrededor de 20 mil personas se concentraron en la Macroplaza de esta ciudad para expresar su indignación por los agravios acumulados… Y todo se salió de control.

Al filo de las 18:00 horas un grupo de jóvenes dañó la puerta de acceso al Palacio de Gobierno y quebró los vitrales históricos de la fachada, mientras otros participaron en una treintena de saqueos a negocios en Monterrey y Apodaca. Hubo 182 detenidos, 15 lesionados, incluidos seis periodistas, y 13 vehículos dañados.

La megamanifestación, convocada por el fundador del Congreso Nacional Ciudadano, Gilberto Lozano, fue la máxima expresión de inconformidad de noviembre –cuando El Bronco fue calificado de traidor y mentiroso porque no suprimió de manera gradual el impuesto de tenencia vehicular como había prometido– a la fecha.

El viernes 6 El Bronco anunció que acataría la voluntad popular. Se comprometió a reconfigurar el presupuesto, a disminuir el monto de la tenencia, como lo prometió, y a mantener las tarifas de transporte público, pese a la demanda de los empresarios. Declaró que prefería un estado con menos recursos, pero en paz.

También despejó las dudas sobre sus aspiraciones presidenciales para 2018: “No estoy pensando en ningún futuro político. Ustedes son los que han inventado que quiero tener futuro político. He reflexionado siempre que mi trabajo está aquí en Nuevo León; que si resuelvo los problemas de aquí tendré futuro político”.

Los impuestos

La inusual movilización ciudadana del jueves 5 retrotrajo al Bronco a los tiempos de campaña cuando, en abril de 2015, escribió en su cuenta de Twitter @Jaime RdzNL: “Quitaremos la tenencia, esto no es una propuesta, es un compromiso con ustedes”. Y adornó el mensaje con una leyenda que decía “Tenencia: pagarla o comer bien a la semana”.

En 2011, algunos estados determinaron desaparecer el impuesto de la tenencia vehicular por considerarlo impopular e inútil. Nuevo León decidió conservarlo.

En octubre de 2015, cuando tomó protesta como el primer gobernador independiente y contaba con una inusual popularidad, ofreció disculpas al público porque, dijo, sería irresponsable desaparecer ese impuesto.

Su principal argumento fue que “desconocía” la deuda heredada por Rodrigo Medina, cercana a los 100 mil millones de pesos. Tan sólo en el gasto corriente, expuso, recibió la administración con un déficit de 6 mil 200 millones de pesos.

Apenas asumió el cargo, El Bronco envió al Congreso local el proyecto de presupuesto 2016, en el que pidió a los diputados le permitieran seguir recibiendo los 2 mil 300 millones de pesos que le redituaba el gravamen por el cobro de ese impuesto. Y ellos le respondieron que lo obligarían a mantener la congruencia.

Al año siguiente presionó a los diputados para que mantuvieran el impuesto, y éstos lo avalaron, incluido el PRI. El Bronco resintió solo el golpe político. Al final, convino con los legisladores que el pago de la tenencia se reduciría 20% a partir de 2016 para los vehículos fabricados de 2010 en adelante; para 2017 sería de 50% y en 2018 desaparecería. Pero, el mandatario no ha cumplido.

Durante la discusión sobre el presupuesto 2017, El Bronco comenzó a pregonar que el estado está quebrado y no puede prescindir de los recursos que le reditúa la tenencia. Quitar 30% extra a lo que se cobra, declaró, significa dejar de recibir una buena partida, muy necesaria para la entidad.

El 16 de diciembre El Bronco compareció en el pleno del Congreso para exponer las causas por las que se negaba a cumplirle a la ciudadanía. Expuso que el estado estaba en peligro del naufragio y los criminales podrían ganar la batalla si no se le otorgaban 250 millones de pesos para conservar 500 policías militares y 300 de la Gendarmería, así como otros 250 millones para dar manutención a un batallón de 500 policías federales.

Admitió que se había comprometido a eliminar el gravamen de la tenencia, pero no dijo cuándo. El priista Andrés Cantú, presidente del Congreso local lo acusó de traidor y le recordó su compromiso de campaña.

“A nombre de todos mis compañeros diputados –dijo–, le expreso que su posición representa una posible traición a los ciudadanos y debe entender usted que, de aprobarse, asumirá totalmente el costo político y reiteramos que lamentamos esta situación.”

Al final, los legisladores acordaron que sólo pagarán tenencia 273 mil de los más de 2 millones propietarios de vehículos de la entidad. Quienes paguen ante la Tesorería en enero, dijeron, tendrán descuento del 20% adicional.

La administración del Bronco también aplicó un incremento de 50% del Impuesto Sobre Adquisición de Inmuebles, incrementos a los valores catastrales en los municipios; así como uno de 10% a los casinos por ingresos del juego, de 50% al impuesto Sobre el Hospedaje.

Las manifestaciones

El 20 de diciembre comenzaron las protestas. Encabezados por Lozano, 500 ciudadanos marcharon hacia el Congreso del estado y lo clausuraron con cadenas y candados. Colocaron también una manta con el rostro del gobernador y de los legisladores con la leyenda “Alí Babá y los 42 ladrones”, y le arrojaron jitomates.

De ahí se dirigieron al Palacio de Gobierno, a unos pasos del Congreso, y quemaron en el patio un monigote con la imagen de Mickey Mouse que tenía pegada una foto del mandatario.

Varios manifestantes subieron a la oficina del Bronco –quien no estaba en la ciudad– e ingresaron por la fuerza. Rompieron un vidrio y apartaron a un policía que se encontraba en el lugar. Lozano y los demás comenzaron a gritar “rata”, “poco hombre”, “rajón”, en alusión al ausente.

La inconformidad creció. Y el jueves 5 por la tarde llegó a su clímax. La gente tomó las calles al grito de “¡Fuera El Bronco!” y “¡Fuera Peña!” Frente al templete de la Macroplaza se instaló un grupo de encapuchados. Algunos agitaban banderas negras de Acción Antifascista e interrumpían a los oradores y les arrojaban papeles, incluso comenzaron a retar a los elementos de la Fuerza Civil, quienes estaban desplegados y sin armas alrededor de la plaza.

Lozano les pidió calma y solicitó a uno de los enmascarados que subiera al templete y hablara. Y lo hizo, pero otros inconformes también subieron. Uno de ellos arrojó el micrófono a la multitud. El desorden se generalizó y los organizadores desaparecieron.

Sin control, los jóvenes que estaban al frente tomaron las vallas antimotines y las usaron como arietes para intentar derribar la Puerta del Palacio, tras la cual había unos 100 guardias, coordinados por el titular de la Secretaría de Seguridad Pública del estado, Cuauhtémoc Antúnez.

La puerta resistió los embates. Los jóvenes usaron el enrejado para destrozar unos 10 vitrales de la fachada del inmueble con las imágenes de los próceres patrios. Desde adentro, los policías comenzaron a arrojar líquido irritante a los jóvenes enardecidos. Luego decidieron salir y formaron un escudo en la entrada.

Los inconformes se fueron hacia la calle Zaragoza, a un costado del Palacio, donde volcaron tres vehículos de los reporteros de Multimedios, Tv Azteca y Televisa.

Varias personas fueron detenidas.

Los saqueos

De manera simultánea, una tienda Famsa ubicada en avenida Cabezada y avenida Colosio, en la zona de Solidaridad, en el norte de Monterrey, fue saqueada por decenas de jóvenes.

Lo mismo pasó en el Walmart de avenida Las Torres, en el sur de la capital, y una tienda Elektra en Apodaca. También hubo reportes de vandalismo en establecimientos de la calle peatonal Morelos, en el centro de la capital.

Mientras Nuevo León se convulsionaba, El Bronco estaba en su casa.

Aldo Fasci, vocero de Seguridad del estado, declaró que entre los detenidos había algunos de los presuntos reventadores que hablaban “como los del centro del país” y eran ajenos a los grupos de la localidad.

El viernes 6 por la mañana, El Bronco convocó a los medios para pedir una tregua a la ciudadanía.

“No habrá ningún incremento en la tarifa del transporte público, ni a ningún impuesto del gobierno, y las contribuciones que el gobierno ha pedido en el paquete fiscal 2017 serán reconsideradas en la medida que nosotros vayamos viendo de cuáles podemos prescindir”, expuso.

Y añadió: “Quiero pedirle a los ciudadanos de Nuevo León que tengan tranquilidad y confianza. Vamos a salir adelante. La puerta de mi oficina está abierta. Hoy estamos revisando el paquete fiscal… pero prefiero un estado tranquilo y en paz, aunque tengamos que sacrificar el crecimiento.”

Por principio, dijo, no habrá aumento en el transporte de pasajeros, autobuses y taxis, pese a la demanda empresarial.

Y respecto a la tenencia vehicular –el más impopular de los impuestos–, El Bronco dijo que el descuento será de 40% para quienes lo paguen este mes. Y se comprometió a desaparecer el gravamen en 2018.

El viernes 6, un día después de los destrozos y con su popularidad por los suelos, El Bronco dijo también que renunciará a los otros impuestos para garantizar la seguridad.

                                                         
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