Capitalizó la crisis económica y el desprestigio de los políticos para ganar votos en la clase media y los jóvenes. Varias de sus propuestas –como desparecer el Banco Central, dolarizar la economía, quitar subsidios a salud y educación— requieren la aprobación del Congreso, que no controla.
proceso.com.mx
Bogotá, Col. (Proceso).- El economista de ultraderecha Javier Milei ganó el domingo las elecciones presidenciales en Argentina y su triunfo demostró, de nuevo, que los ciudadanos de un país en crisis y con políticos desprestigiados pueden abrirle la puerta a opciones extremistas y a recetas facilistas que difícilmente dan resultados para resolver problemas complejos.
El libertario de 53 años, cuyo estilo confrontativo, irreverente y mesiánico es comparado en Argentina con el de Donald Trump, triunfó con propuestas que, según analistas, será muy difícil de llevar a la práctica, como desaparecer el Banco Central, dolarizar la economía, quitar subsidios a la salud y a la educación y autorizar la venta de órganos humanos.
El principal problema para Milei es que carece en el Congreso del apoyo necesario para hacer aprobar las leyes que haría posible la concreción de ese tipo de iniciativas, la mayoría de las cual requiere mayoría calificada y enfrentan el rechazo del peronismo, que tiene una gran fuerza legislativa, y de parte de sus aliados de la coalición de centroderecha Juntos por el Cambio, del expresidente Mauricio Macri, quien lo respaldó en esta segunda vuelta electoral.
El triunfante candidato, quien se define como un “anarcocapitalista”, ha dicho que permitirá el porte de armas a los ciudadanos para que se defiendan de la delincuencia y que congelará las relaciones con “dictaduras comunistas” como Brasil y China, los dos principales socios comerciales del país.
Sin embargo, en su primer discurso al país tras su victoria, Milei eludió mencionar ese tipo de propuestas y se limitó a plantear generalidades. Dijo que con su triunfo comienza el fin “de la decadencia argentina” y del modelo “de Estado omnipresente” que, según afirmó, es el causante de la profunda crisis económica y social que registra el país.
El economista de extrema derecha, quien ganó con una ventaja de 11 puntos al candidato peronista Sergio Massa, insistió en que Argentina volverá a ser “una potencia mundial” y que su programa libertario privilegiará la actividad privada y el imperio de la ley.
“La situación de Argentina es crítica, los cambios que se necesitan son drásticos y no hay lugar para gradualismos, para tibiezas ni para medias tintas”, aseguró ante sus seguidores tras conocer los resultados oficiales de las elecciones.
Según el economista, el gobierno tendrá un papel “limitado” en el desarrollo del país y él cumplirá “a rajatabla” con sus compromisos de campaña.
El ideario Milei
Como Trump y como el ultraderechista expresidente brasileño Jair Bolsonaro, otro de sus referentes, Milei niega el cambio climático y cree que las políticas ambientalistas son una limitante para el desarrollo. Durante la campaña, dijo que privatizaría los ríos y los mares y que la salud y la educación deben manejarlas empresarios y no el Estado.
Esto, en un país habituado a las ayudas sociales estatales, a la salud y a la educación gratuitas y a los subsidios gubernamentales a los servicios públicos.
Una de las imágenes más características del triunfante candidato es cuando aparecía en campaña con una motosierra con la que “cortaría” el gastos social y buena parte de las instituciones estatales.
Milei, un solterón que considera a sus perros como sus hijos y que en su juventud fue portero del club de futbol Chacarita Juniors y cantante en la banda de rock Everest, inició su vida política hace apenas dos años. Su principal asesora es su hermana menor Karina, una licenciada en relaciones públicas a quien llama “La Jefa”.
Uno de los apodos de Milei es “El Loco”, mientras que otros lo llaman “El Peluca” por su abundante cabellera que no suele peinar.
El virtual presidente electo de Argentina, quien asumirá el cargo el próximo 10 de diciembre, es un economista con una maestría en esa materia y otra en teoría económica. Ha trabajado la mayor parte de vida profesional como profesor, consultor y director económico de empresas privadas y conferencista. Es autor de seis libros sobre su especialidad.
Como candidato, hizo de su repudio a la “casta política” un sello de su discurso con el que convenció a amplios sectores de argentinos decepcionados con el peronismo, que ha gobernado durante más años al país desde el retorno de la democracia, en 1983, y con la centroderecha de Mauricio Macri, quien dejó su presidencia (2015?-2019) en medio de una severa crisis económica.
Macri fue uno de los dirigentes de la centroderechista coalición Juntos por el Cambio que acudió a felicitar personalmente a Milei tras el triunfo.
El discurso antisistema fue una clave de la campaña del ultraderechista. Eso lo hizo ganar importantes apoyos entre los jóvenes y entre las clases medias urbanas, que han visto descender sus niveles de vida con la contracción económica, la alta inflación, de 142% en el último año, y la devaluación del peso frente al dólar, que ha sido de 145% en el transcurso de este año.
Sin embargo, tras la primera vuelta electoral del pasado 22 de octubre, cuando Milei quedó en segundo lugar, con el 29.99% de los votos, seis puntos atrás de Massa, el economista libertario no dudo en pedir el apoyo de Macri, parte de la “casta” que tanto criticó.
Incontinencia verbal
El doctor en ciencia política de la Universidad de Buenos Aires, Amílcar Salas Oroño, dice que con Milei el país enfrenta “un panorama muy incierto” en el que la gobernabilidad será un tema crítico para el próximo presidente, quien no tiene ningún gobernador propio ni mayoría en el Congreso.
“Carece de una estructura partidaria y no hay en el pasado un presidente que haya llegado al cargo con tan poca fuerza política”, indica, y dice que va a tener que lidiar con los poderosos sindicatos argentinos, que en el pasado han mostrado capacidad para paralizar servicios estratégicos del país.
Además, Milei “no se ha mostrado como una persona abierta e interesada en escuchar o en articular con otros sectores que le pudieran dar esa gobernabilidad”.
La “incontinencia verbal” que caracteriza al virtual presidente electo, incluye declaraciones insultantes contra el Papa Francisco, al que llamó “imbécil”, lo catalogó de “representante del maligno en la tierra” y afirmó que “tiene afinidad por los comunistas asesinos”.
Para la diputada opositora Graciela Camaño, además de tener como modelos a personajes como Trump y Bolsonaro y de tener él mismo “un liderazgo incendiario”, Milei es “profundamente apátrida”.
En un debate con Massa, el pasado domingo 12, el economista libertario expresó su admiración por Margaret Thatcher, quien como primera ministra inglesa ordenó en el 2 de mayo de 1982, en plena Guerra de las Malvinas, el hundimiento del crucero de guerra “General Belgrano”, en el que murieron más de 300 argentinos.
La candidata a la vicepresidencia de Milei, Victoria Villarruel, es una política ultraconservadora que niega la dimensión de los 33 mil crímenes cometidos por dictadura argentina (1976-1983) entre muertos y desaparecidos, y está a favor de amnistiar a los militares que cumplen condenas por crímenes de lesa humanidad.
La novia de Milei, Fátima Flórez, una actriz que se hizo famosa imitando a la expresidenta peronista Cristina Fernández de Kirchner, será la primera dama del país. Ella dice que, de política, no entiende nada.
La locuacidad de Milei y su desparpajo para decir en público cualquier ocurrencia le generó varias críticas durante la campaña, pero también le hizo ganar apoyos, principalmente entre los jóvenes. En una reciente entrevista televisiva, dijo que practicaba el sexo grupal y que, a lo largo de su vida, había participado en muchos tríos sexuales, el 90% de ellos con dos mujeres, y el resto mixtos.
Milei contó con el abierto apoyo de varios medios influyentes y tradicionalmente anti-kirchneristas, como La Nación y Clarín, y de varios expresidentes de la derecha iberoamericana le expresaron su respaldo, entre ellos Felipe Calderón, de México; Iván Duque, de Colombia, y Mariano Rajoy, de España.
De acuerdo con una carta que divulgaron hace una semana, Milei “tiene un diagnóstico muy acertado respecto del problema económico del país”.
Para la latinoamericanista María Fernanda Zuluaga, se trata de “apoyos vergonzantes de exmandatarios que carecen de legitimidad para hacer recomendaciones políticas” y que “más bien, deberían dedicarse a explicar a los ciudadanos de sus países los fracasos de sus gobiernos”.
Calderón, por ejemplo, enfrenta como marca personal el juicio por narcotráfico contra su brazo derecho y secretario de Seguridad en su sexenio, Genaro García Luna, quien fue declarado culpable en un juzgado de Estados Unidos de estar aliado al Cártel de Sinaloa.
De acuerdo con datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en el sexenio de Calderón aumentó la pobreza en 1.3 puntos y cerró en 2012 en 44.4%, mientras que la economía registró un crecimiento anual promedio de 1.75%, el más bajo en México desde el gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988).
En una región donde dominan los gobiernos de izquierda, Milei tendrá relaciones muy complicadas con sus vecinos. Al presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva lo ha llamado “comunista y corrupto” y éste apoyó a Sergio Massa.
Hace unos días, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador llamó a Milei “facho ultraconservador” y el colombiano Gustavo Petro señaló que su elección sería optar “por la barbarie”.
Para el politólogo Damián Andrada, la elección de Milei es, como muchos analistas dijeron a lo largo de las últimas semanas, “un salto al vacío” por sus propuestas “estrambóticas muy tiradas hacia la extrema derecha”, similares a las que han hecho Bolsonaro en Brasil, Trump en Estados Unidos y el partido neofranquista Vox en España.
“Estas experiencias no han sido buenas no solamente para esos países, sino también para el resto del mundo. No sabemos qué puede pasar porque es verdad que los argentinos salen a la calle cuando algo nos les gusta, pero también es verdad también que la policía reprime, como lo hizo en 2017 en la presidencia de Macri”, señala Andrada.
El triunfo del economista “anarcocapitalista” tiene como telón de fondo la crisis económica argentina, que viene desde la pandemia del covid-19 en 2020 y que se juntó con una severa sequía que golpeo al estratégico sector agropecuario.
Esto implicó para el país una pérdida de unos 17 mil millones de dólares en exportaciones, equivalentes al 2.7% del PIB, lo que desequilibró la balanza de pagos y redujo los ingresos fiscales.
Ante la escasez de dólares y de ingresos fiscales, el gobierno recurrió al crédito, lo que hizo subir la deuda bruta argentina en 37% de 2019 a octubre de este año, cuando llegó a 446 mil millones de dólares, equivalente al 64% del PIB, según cifras oficiales.
Al mismo tiempo, el peso argentino entró en un proceso de depreciación acelerada con respecto al dólar, que hoy se cotiza a 920 pesos por unidad, un 145% más que en enero de este año.
Milei dijo que este mismo lunes 20 comenzará a trabajar en las labores de transición con el gobierno del presidente peronista Alberto Fernández y a preparar las primeras acciones de su administración, que comenzará en tres semanas más.
“Va a comenzar con un programa de shock económico, con ajuste fiscal, y eso va a tener una reacción fuerte en las calles”, dice la latinoamericanista María Fernanda Zuluaga.