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Menopausia y grasa abdominal: por qué el cuerpo ya no responde igual

El número especial de “Controle sus hormonas”, una guía que aborda los efectos de esta etapa de la vida, explica al detalle los cambios y cómo afrontarlos

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Durante la menopausia, el cuerpo femenino atraviesa un rediseño interno. No es solo una cuestión de ciclos que cesan o de sofocos nocturnos: es un ajuste profundo del metabolismo impulsado por hormonas claves que empiezan a comportarse de manera distinta.

Según explica el número especial de Controle sus hormonas, una guía que aborda los efectos de la menopausia, a muchas mujeres, esto les pasa factura en forma de aumento de peso, especialmente en la zona abdominal. Comprender qué hormonas están involucradas y cómo cambian es el primer paso para recuperar el control.

Las autoras especializadas en salud femenina Lara Briden y Kate Codrington coinciden en diálogo con la publicación especializada en que el cuerpo durante la menopausia necesita un enfoque diferente. No se trata de hacer más dieta ni de entrenar más fuerte, sino de entender el nuevo equilibrio interno.

Briden, autora de La Biblia de la salud hormonal, destaca que el descenso de estrógenos exige un mayor consumo de proteína para proteger el tejido muscular. También sugiere reducir el azúcar y aumentar el movimiento diario, incluso caminatas suaves, como formas efectivas para apoyar el metabolismo.

Codrington, terapeuta menstrual y autora de La segunda primavera, recomienda usar la menopausia como una oportunidad para reconectar con el cuerpo. Subraya que el peso no debe ser el único foco, sino que el objetivo es alcanzar un estado de energía sostenible, conexión emocional y descanso profundo.

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Cambios hormonales: quiénes mandan y qué hacen

Las hormonas sexuales femeninas —estrógeno y progesterona— son las principales protagonistas del equilibrio metabólico durante los años reproductivos. Pero en la transición a la menopausia, revela el número especial de Controle sus hormonas, estas disminuyen bruscamente:

Dormir entre 7 y 9 horas mejora la respuesta metabólica y reduce el cortisol en mujeres menopáusicas – crédito Freepik

Cuando el metabolismo se ralentiza y el cuerpo se redistribuye

Uno de los efectos más visibles —y frustrantes— de la menopausia es cómo cambia el cuerpo, incluso sin grandes variaciones en la dieta. Las hormonas en descenso modifican no solo cuántas calorías se queman, sino también dónde y cómo se almacena la grasa.

Grasa abdominal, el nuevo centro de gravedad

Antes de la menopausia, muchas mujeres tienden a acumular grasa en caderas y muslos, el clásico “patrón pera”. Pero con la baja del estrógeno, esa grasa se desplaza hacia el abdomen. Este cambio favorece la acumulación de grasa visceral, que rodea los órganos internos y está asociada a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, resistencia a la insulina y diabetes tipo 2.

Metabolismo más lento

A partir de los 40, el cuerpo naturalmente quema menos calorías en reposo. Este descenso se acentúa durante la menopausia, ya que el metabolismo basal cae debido a:

El resultado: si la ingesta calórica no se ajusta a este nuevo ritmo, el aumento de peso es prácticamente inevitable.

La autoconciencia y la adaptación de hábitos son claves para afrontar los cambios metabólicos de la menopausia (Freepik)

Etapas de cambio: lo que ocurre en cada fase

El impacto hormonal no llega de golpe. La transición hacia la menopausia se da en etapas, y cada una tiene un efecto diferente sobre el metabolismo y el peso.

Lo que complica aún más el panorama

No solo se trata de hormonas. Existen varios factores que interactúan con los cambios biológicos y amplifican el riesgo de aumento de peso en la menopausia. Todos están relacionados con el estilo de vida y, lo más importante, pueden modificarse.

El descenso de estrógenos y testosterona ralentiza el metabolismo y aumenta la resistencia a la insulina en la menopausia (Freepik)

Cómo tomar el control: estrategias efectivas

Aunque los cambios hormonales no pueden evitarse, sí es posible reducir sus efectos sobre el cuerpo con hábitos consistentes. El enfoque debe ser integral: alimentación, movimiento, descanso y gestión emocional.

1. Ejercicio con propósito: combinar rutinas de fuerza muscular (pesas, ejercicios funcionales) con actividad aeróbica (caminar, nadar, bicicleta) ayuda a mantener la masa muscular y acelerar el metabolismo. No es necesario entrenar intensamente, pero sí con regularidad: al menos 3 a 5 veces por semana.

2. Alimentación inteligente

3. Dormir bien es clave: asegurar entre 7 y 9 horas de sueño de calidad reduce el cortisol, regula el hambre y mejora la respuesta metabólica. Evitar pantallas antes de dormir, cenar liviano y mantener horarios constantes son cambios simples pero poderosos.

4. Manejar el estrés activamente: practicar respiración consciente, meditación, yoga o técnicas de relajación ayuda a mantener bajo control el cortisol. También se recomienda reducir la multitarea y poner límites al exceso de responsabilidades.

5. Escuchar al cuerpo: registrar cómo afectan ciertos alimentos o actividades permite detectar qué ayuda y qué perjudica. La autoconciencia es fundamental para adaptar los hábitos a cada etapa.

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