La activista Frida Guerrera denuncia que las instituciones encargadas de proteger a la infancia no previenen ni dan seguimiento a los casos; la violencia crece en silencio, los agresores se vuelven más jóvenes y la impunidad se afianza
infobae.com
Frida Guerrera dedica su vida a un trabajo que incomoda y que duele mirar: documenta el feminicidio infantil en México. Su registro se centra en las víctimas más vulnerables, aquellas menores de diez años cuya vida fue arrebatada por quienes debían protegerlas: su familia, el círculo más cercano. Entre el 1 de enero y el 31 de julio de 2025, Guerrera contabilizó 35 casos a partir de la prensa y sus propias investigaciones, pero, al considerar todas las muertes de menores por violencia intrafamiliar, el número asciende a unos 80 a nivel nacional. Este recuento incluye niñas y niños.
“Estamos hablando de una situación muy grave que lamentablemente no queremos aceptar que existe”, explica en entrevista para infobae México. Las cifras estremecen, pero pronto se olvidan, mientras la violencia se reproduce en silencio. “Lo grave de estos casos es que la mayoría de los asesinos son adolescentes, son cada vez más jóvenes”, agrega, señalando un patrón que debería preocupar profundamente: quienes cometen estos crímenes a menudo salen de los Centros de Internamiento tras apenas cinco años, sin programas efectivos de rehabilitación.
Guerrera denuncia que el sistema penal no está preparado para enfrentar la gravedad de estos crímenes. Los adolescentes que matan lo hacen con dolo, con una conciencia clara de la impunidad que los protege. Por ello propone que las leyes consideren el delito cometido por encima de la edad del agresor: “Si asesinas, debes ser juzgado como adulto, porque el feminicidio o el asesinato de niños no pueden ser tratados como delitos menores”, manifiesta.
Sobre el caso del niño Fernando
El caso de Fernando, un niño de Los Reyes, La Paz, asesinado (en agosto) tras un secuestro vinculado a una deuda de mil pesos de su madre, ejemplifica la indiferencia de autoridades y sociedad. Frida contó a este medio que una vecina del complejo habitacional donde lo tenían recluido le confesó (el lunes 4 de agosto, el día en el que se encontró el cuerpo) que escuchó cómo maltrataban al niño. Guerrera le cuestionó el por qué no le dio seguimiento al caso, por qué no acudió con las autoridades o por qué no la etiquetó en redes sociales para ir a tratar de resolver el caso e intentar salvar esa vida.
“Cuando pasan cosas como esta, todo el mundo me busca para que resuelva el caso, como si yo fuera la única persona interesada (en resolver los casos y exigir justicia). Lamentablemente, creo que la indiferencia es total; o sea, proviene tanto de autoridades como de la sociedad. Fernando fue arrebatado de los brazos de su mamá por dos mujeres. O sea, ya tampoco es un tema de género, es pura maldad, es un tema de que se puede, de que justo no hay resultados palpables para quien se atreve a cometer un crimen de este tamaño”, expresó.

“Los mil pesos fueron el pretexto para asesinarlo. Esta gente mató porque pudo matarlo. ¿Por qué? Porque hay gente a la que le causa placer asesinar o tener poder sobre alguien más. Quién sabe si lo hayan hecho antes. El nivel de impunidad es alto, el nivel de indiferencia general es alto. Y sí tenemos que entender que no necesitamos lamentar las muertes de niñas, de niños, para entonces indignarnos y al rato olvidarlo hasta que viene otro caso La gente se centra en uno o dos casos y todos los demás quedan en la invisibilidad absoluta y eso no lo debemos permitir. Hay que ver todos los casos y prevenir, entender que tenemos que prevenir esta violencia, cosa que no están haciendo las autoridades”, agregó.
Un patrón constante en el Estado de México
Desde 2016, Frida Guerrera ha registrado un patrón constante en varios municipios del oriente del Estado de México: la violencia contra la infancia se ha vuelto parte del paisaje cotidiano. Lejos de ser hechos aislados, los ataques contra niñas y niños ocurren en un contexto donde estos son vistos como blancos vulnerables y donde la agresión hacia ellos se ha normalizado al punto de no generar alarma social. Para la activista, esta tolerancia implícita evidencia un problema estructural que se extiende por toda la región y que demanda una respuesta urgente.
Nuevas generaciones, sin guías éticas ni morales
En este contexto, la activista advirtió que las nuevas generaciones crecen sin enfrentar consecuencias por sus actos y tienen una baja tolerancia a la frustración, lo que, en casos extremos, se traduce en una percepción deshumanizada hacia la infancia, donde niñas y niños son vistos como presas fáciles por agresores y homicidas.
Secretaría de las Mujeres: “Un departamento de quejas que no funciona”
Frida critica la ineficacia de la Secretaría de las Mujeres y otras instituciones encargadas de prevenir la violencia. Pese a sus propias gestiones, no ha habido seguimiento ni resultados tangibles, subrayando que la deuda de las autoridades con la infancia se ha agravado con los años.

“La propia Secretaría de las Mujeres, una dependencia federal, no está evitando que pasen estas cosas. No veo programas reales que funcionen en torno a la violencia que viven mujeres, niñas y niños. Es una empresa más, un instituto más, de estos que supuestamente cerraron porque no hacían nada. Y eso pasa exactamente. A mí me ha pasado, le he mandado casos directamente a la secretaria de esta dependencia (Citlalli Hernández), he hablado personalmente con ella y he comprobado que no dan seguimiento a los casos. Le llamo después de meses para preguntar por avances y no existen, no hay avance, no hay seguimiento”, lamentó.
Cuidar la difusión de información innecesaria
Guerrera también hizo un llamado a los medios de comunicación: cuidar la información que se difunde, evitar detalles innecesarios de autopsias o necropsias, y reconocer que la exposición de la violencia puede ser utilizada por agresores en busca de atención.
Durante la charla, Frida soltó una frase que refleja las heridas que han causado estas muertes y la impotencia que provoca la inacción estatal y social en todos sus niveles: “Guardar silencio ante la violencia contra la infancia nos convierte en cómplices por omisión”.