La pandemia tomó al mundo desprevenido, pero a nosotros nos agarró con la población más vulnerable para el contagio
heraldodemexico.com.mx
La obesidad, el sobrepeso y la diabetes ya eran una pandemia no atendida y en el olvido desde hace décadas, muchísimo antes de la llegada del COVID-19.
En México hay 96 millones de personas que padecen sobrepeso, enfermedad que está causando 300,000 muertes al año, según información dada a conocer en marzo pasado durante el Foro Día de la Salud, organizado por la propia Secretaría de Salud.
En dicho espacio, el director del Instituto Nacional de Salud Pública, Juan Rivera Dommarco, indicó que la obesidad deriva enfermedades como diabetes mellitus, y dijo que el 25% de las calorías diarias que ingieren las y los mexicanos provienen de bebidas azucaradas y comida chatarra.
También en el estudio “La Pesada Carga de la Obesidad” realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), se dio a conocer que el sobrepeso y la obesidad cuestan a México 5.3% del PIB.
Y según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT), el país gasta entre el 2 y el 4% del PIB en atención a la diabetes anualmente.
De tal forma, que el incremento de recursos públicos que se da año con año para la atención en estas enfermedades, evidencia la nula estrategia de los gobiernos anteriores y actual para abatir, contener y reducir esta problemática de raíz.
Basta recordar que hace unos días el Subsecretario de PREVENCIÓN Y PROMOCIÓN a la Salud, Hugo López-Gatell, se le fue a la yugular a las refresqueras, al asegurar que ese tipo de productos eran “veneno embotellado” confrontando y responsabilizando a este sector empresarial. Es una afirmación a medias porque el consumo desmedido de refrescos ocasiona daños, pero hasta hasta el momento no hay campañas de “prevención” para la obesidad, sobrepeso o diabetes por parte de el gobierno de la 4T. El propio Presidente de la República ha dado a conocer al término de sus mañaneras qué desayuna: comidas con alto valor calórico.
Si bien, se aprobó la modificación a la Nom 51 —etiquetados para identificar los nutrientes asociados a sobrepeso y obesidad— es obligación de la administración federal y el Congreso de la Unión ponerse a trabajar en presupuestos, programas, acciones y regulaciones en la industria para incidir en la buena alimentación y de forma paralela generar más espacios dignos, seguros y abiertos de ejercicio para acceso de toda la población.
Por ejemplo: parte de las funciones de López-Gatell, justamente es la “prevención”, y ante una pandemia como la que vivimos, y al ser México uno de los países más vulnerables por la cantidad de obesos y diabéticos que tenemos, debería de estar trabajando cuanto antes en una campaña importante para reducir estos números y lograr una sociedad más sana.
Necesitamos políticas públicas que incidan en la población, de tal forma que se implementen nuevos hábitos alimenticios desde el hogar, escuela y el trabajo.
Nos urgen gobiernos conscientes que conozcan a detalle las necesidades actuales y una sociedad responsable con capacidad de liderazgo para guiarnos a la conformación de un México sano.
Así que la pandemia tomó al mundo desprevenido, pero a nosotros nos agarró con la población más vulnerable para el contagio del coronavirus, por lo que, lamentablemente, no nos debe asombrar el número de contagiados y por ende el número de fallecimientos.
Ojalá el Subsecretario de Prevención de la Salud, Hugo López-Gatell, atienda las emergencias sanitarias paralelas al coronavirus a la brevedad, ya que ni los números ni sus recomendaciones en materia de COVID-19 han aportado a la contención del virus, al contrario, se han incrementado las cifras “oficiales”
México merece gobiernos sensibles y conscientes de las necesidades primarias para atenderlas de raíz, para no solo desmantelar instituciones sin tener estrategias claras y preparadas para los cambios que se requieren.