Icono del sitio NoticiasPV

Inicia la Cuaresma con el Miércoles de Ceniza este 6 de marzo 2019

SONY DSC

La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo. Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres. Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos del año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.

La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza este 6 de marzo de 2019. Es el inicio del camino para acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el Domingo de Resurrección. Es un tiempo de oración, penitencia y ayuno para los miembros de la iglesia católica. Desde temprana hora los recintos católicos recibirán a miles de feligreses que participan en este ritual.

Este día escucharemos estas frases que son las más usadas durante la imposición de la ceniza “Concédenos Señor el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida” “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás» “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.

Las fechas que se celebran de manera especial en esta Cuaresma 2019 son 6 de marzo Miércoles de Ceniza, 14 de abril Domingo de Ramos, 18 de abril Jueves Santo, 19 de abril Viernes Santo, 20 de abril Sábado de Gloria, 21 de abril Domingo de Pascua y 28 de abril Segundo Domingo de Pascua y Fiesta del Señor de la Divina Misericordia que, en Bahía de Banderas, Nayarit, se celebra en la delegación Valle Dorado.

Como cada año es bueno recordar esta celebración religiosa que culmina con la Semana Santa y de Pascua y para ello es menester recurrir a la literatura eclesiástica para reflexionar sobre el origen de esta y tomar en cuenta las recomendaciones que tomamos de la página Web Catholi.net

Según el origen de esta costumbre católica, antiguamente los judíos acostumbraban a cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.

En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un «hábito penitencial». Esto representaba su voluntad de convertirse.

En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra a poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.

Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.

También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno.

Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios.

Sin embargo, se advierte a los feligreses que la ceniza no es un rito mágico, no nos quita nuestros pecados. Es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Es el inicio del camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el Domingo de Resurrección.

Debe ser un tiempo de reflexión de nuestra vida, de entender a donde vamos, de analizar cómo es nuestro comportamiento con nuestra familia y en general con todos los seres que nos rodean.

En estos momentos al reflexionar sobre nuestra vida, debemos convertirla de ahora en adelante en un seguimiento a Jesús, profundizando en su mensaje de amor y acercándonos en esta Cuaresma al Sacramento de la Reconciliación (también llamado confesión), que como su nombre mismo nos dice, representa reconciliarnos con Dios y sin reconciliarnos con Dios y convertirnos internamente, no podremos seguirle adecuadamente.

Está Reconciliación con Dios está integrada por el Arrepentimiento, la Confesión de nuestros pecados, la Penitencia y finalmente la Conversión.

El arrepentimiento debe ser sincero, reconocer que las faltas que hemos cometido (como decimos en el Yo Pecador: en pensamiento, palabra, obra y omisión) no las debimos realizar y que tenemos el firme propósito de no volverlas a cometer.

La confesión de nuestros pecados. – el arrepentimiento de nuestras faltas, por sí mismo no las borra, sino que necesitamos para ello la gracia de Dios, la cual llega a nosotros por la absolución de nuestros pecados expresada por el sacerdote en la confesión.

La penitencia que debemos cumplir empieza desde luego por la que nos imponga el sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación, pero debemos continuar con la oración, que es la comunicación íntima con Dios, con el ayuno, que además del que manda la Iglesia en determinados días, es la renuncia voluntaria a diferentes satisfactores con la intención de agradar a Dios y con la caridad hacia el prójimo.

Y finalmente la Conversión que como hemos dicho es ir hacia delante, es el seguimiento a Jesús.

Es un tiempo de pedir perdón a Dios y a nuestro prójimo, pero es también un tiempo de perdonar a todos los que de alguna forma nos han ofendido o nos han hecho algún daño. Pero debemos perdonar antes y sin necesidad de que nadie nos pida perdón, recordemos como decimos en el Padre Nuestro, muchas veces repitiéndolo sin meditar en su significado, que debemos pedir perdón a nuestro Padre, pero antes tenemos que haber perdonado sinceramente a los demás.

Y terminemos recorriendo al revés nuestra frase inicial, diciendo que debemos escuchar y leer el Evangelio, meditarlo y Creer en él y con ello Convertir nuestra vida, siguiendo las palabras del Evangelio y evangelizando, es decir transmitiendo su mensaje con nuestras acciones y nuestras palabras.

Salir de la versión móvil