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Defensores de derechos humanos, luchadores sociales, líderes indígenas y organizaciones de la sociedad civil se pronunciaron en contra de la aprobación de la iniciativa de ley de seguridad interior (LSI) que se discutirá en el pleno del Senado la próxima semana.
Durante los trabajos del encuentro nacional Recuperar nuestro territorio, convocado por el colectivo Por México Hoy, Cuauhtémoc Cárdenas, ex candidato a la Presidencia de la República, afirmó que un paso indispensable para garantizar la integridad del territorio y la no fractura de la población es frenar, impedir la aprobación de la LSI.
No podemos permitir –dijo– que sea la autoridad militar la que se imponga sobre la autoridad civil y tome las decisiones políticas y los rumbos que, al final de cuentas, determine nuestro país en su desarrollo. Por ello –afirmó– este foro, y me parece que en eso hay unanimidad, se pronuncia de manera firme y categórica en contra de la aprobación de esta iniciativa de LSI.
Condena y movilización
Minutos antes, el senador Alejandro Encinas alertó sobre los impactos que ha tenido la entrega del territorio nacional a las concesionarias mineras, la sobrexplotación de los recursos como el petróleo, el mar y el agua, a lo que se suma, expresó, la pretensión de entregar el control político y el mando sobre el terriotorio a las fuerzas armadas.
La LSI, afirmó, no sólo viola la Constitución al pretender reglamentar una actividad que está plenamente definida en nuestra Carta Magna, donde la seguridad pública coresponde a la autoridad civil, sino que además genera una confusión profunda entre los conceptos de seguridad nacional, seguridad interior y seguridad pública.
La declaratoria de riesgo sobre seguridad interior, indicó, someterá a la población civil a la autoridad militar, ya que podrán hacer investigación sobre la población civil, allanar sus domicilios, intervenir sus comunicaciones telefónicas o electrónicas, decomisar su información, pero también someterá a la autoridad civil, porque el mando estará bajo el Ejército ya sea en el ámbito de los estados o municipios. Debemos tener una posición muy firme no sólo de condena, sino de movilización.
En el encuentro, donde se destacó la necesidad de visibilizar todas las luchas por la defensa del territorio, pero también la necesidad de fortalecer la organización colectiva y la generación de acciones conjuntas que permitan la construcción de un planteamiento alernativo en el desarrollo del país y una política económica distinta que no privilegie la destrucción de los ecosistemas, los recursos naturales y los pueblos, luchadores sociales y defensores de derechos humanos alertaron sobre los riesgos de aprobar la LSI.
Miguel Concha Malo, presidente del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria y colaborador de La Jornada, señaló que hemos planteado que si el Senado opta por no escucharnos, aunque es su obligación, tendremos que dirigirnos a la sociedad, para que sea ella la que inhiba esta intención de generar este esquema de seguridad interior autoritario y muy peligroso para la convivencia social, la lucha por la democracia y la relación entre sociedad y fuerzas armadas.
Nestora Salgado, ex dirigente de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Policía Comunitaria, alertó sobre los riesgos de aprobar la LSI. Si así como estamos no tenemos derechos; imagínate si se aprueba. Es peligroso, porque en Guerrero tenemos la experiencia de una enorme represión por parte del gobierno y, si les dan el permiso para hacerlo, cómo sería. Tenemos que luchar para que no se apruebe, y si la autorizan, continuar la lucha para derogarla, no podemos permitirla porque nos pone a todos en riesgo.
Por su parte, el profesor tzotzil Alberto Patishtán aseguró que es necesario encontrar una alternativa de solución a todos los despojos de territorios que se vive en México. Afirmó que los pueblos originarios continuamos resistiendo, a pesar de nuestra pobreza, y seguimos gritando con la esperanza de que alguien nos escuche, porque lo que reclamamos es básicamente justicia.
Concha Malo y Patishtán coincidieron, por separado, que la transformación del país no vendrá de las élites políticas o partidistas, tendrá que ser desde abajo, y diríamos que de abajo y a la izquierda, porque es ahí donde se están construyendo múltiples caminos para buscar una salida a tanta violencia y tanto dolor