Lo que AMLO proclamaba como control absoluto y supervisión total del poder, seis años después se revela lleno de irregularidades y complicidades en el huachicol fiscal.
Hace seis años y 20 días, Andrés Manuel López Obrador aseguraba desde Miahuatlán de Porfirio Díaz, Oaxaca, que “el presidente está informado de todo lo que sucede” y que incluso las grandes irregularidades “llevan el visto bueno del presidente, aunque no firme”. Seis años después, la realidad exhibe que las palabras no bastaron para contener la corrupción al más alto nivel.
El 7 de septiembre de 2025, la detención de 14 personas involucradas en el huachicol fiscal, entre funcionarios, marinos y empresarios, evidenció que la supervisión prometida no impidió operaciones ilícitas en áreas estratégicas del gobierno. Entre los arrestados destaca el Vicealmirante Manuel Roberto Farías Laguna, excomandante de la Décima Segunda Zona Naval con sede en Puerto Vallarta, mostrando cómo redes de corrupción llegaron a niveles elevados del poder, pese a la retórica oficial sobre transparencia y control absoluto.
Lo que se pregonaba como un gobierno vigilante y honesto queda, ahora, bajo la sombra de la realidad: las operaciones ilícitas prosperaron mientras la máxima autoridad proclamaba estar enterada de todo. Analistas señalan que la detención de Farías Laguna y sus cómplices no solo cuestiona la efectividad de las medidas de control, sino que refleja la distancia entre los discursos presidenciales y la práctica política dentro de dependencias clave del Estado.
El contraste entre las palabras de 2019 y los hechos de 2025 subraya, irónicamente, que la corrupción puede alcanzar incluso a quienes aseguran tenerla bajo control.