Desde Emma Coronel y “El Chapo” Guzmán hasta los narcosatánicos, estos romances tejieron historias negras que aún se recuerdan en el país
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México ha tenido experiencia en asesinatos y tráfico de drogas cometidos por dos personas que sostienen un noviazgo. En la historia reciente, casos como el de “El monstruo de Ecatepec” o Emma Coronel y “El Chapo” Guzmán ganaron relevancia por la forma en que los involucrados organizaron sus crímenes e intentaron burlar a las autoridades.
Estas parejas han pasado a la historia reciente del país por sus actos ilegales, algunos de ellos cometidos por motivaciones sexuales. En estos actos, las autoridades mexicanas intentan dictar una sentencia equivalente al grado de participación que cada uno tuvo en los hechos.
Juan Carlos Hernández, “El monstruo de Ecatepec” y Patricia Martínez
Juan Carlos Hernández, mejor conocido como “El monstruo de Ecatepec”, fue capturado el 4 de octubre del 2019, en Ecatepec de Morelos. Él junto a su pareja Patricia Martínez fueron acusados de matar a más de 20 mujeres, comerlas, comerciar su carne e intentar vender a un bebé. Aunque el hombre confesó los crímenes que cometía el dúo, aún se desconoce la cifra exacta de víctimas.
De acuerdo con el entonces titular de la Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM), Alejandro Jaime Gómez Sánchez, nunca se había visto una serie de asesinatos de tal gravedad. Investigadores de la dependencia revelaron que los asesinos guardaban los restos humanos en el refrigerador. Además, ambos se hacían pasar por vendedores informales de ropa o quesos para atraer a las mujeres a la habitación donde ellos vivían.
Patricia era quien engañaba a las víctimas, las invitaba a su casa para mostrarles nuevos productos. Después, con ayuda de su pareja, las asesinaba. Las autoridades los detuvieron mientras transportaban restos humanos, y fueron condenados a cadena perpetua el 18 de febrero del 2021, conforme a los registros de la Fiscalía del Estado de México.
Sara Aldrete y Adolfo de Jesús Constanzo, los narcosatánicos
A diferencia de otras parejas criminales, los narcosatánicos conformaron un culto en el que realizaban sacrificios humanos en la ciudad de Matamoros, Tamaulipas. Adolfo de Jesús Constanzo solía hacer rituales relacionados a la religión Palo Mayombe, al servicio de las organizaciones delictivas que pagaban por esto, según los registros de la policía mexicana.
En 1987, Adolfo, también conocido como “El Padrino”, reclutó a una joven llamada Sara Aldrete, a quien la prensa llamó “la sacerdotisa” del culto y pareja del líder. Además, según algunos reportes policiales de EEUU, presuntamente sostenía una relación sentimental con Gilberto Sosa, un narcotraficante vinculado al cártel de los hermanos Hernández.
“El Padrino” pronto se convirtió en un traficante de marihuana a través de la frontera norte. Para 1988 el culto se mudó al Rancho Santa Elena, en Matamoros. Fue ahí donde guardaban cargamentos de cocaína y ejecutaban rituales sádicos. El 13 de marzo de ese mismo año, secuestraron y asesinaron a un joven estadounidense llamado Mark Kilroy.
Este crimen sería el final del grupo, pues las autoridades de EEUU presionaron a México para capturar a Adolfo y sus seguidores, porque el tío de Mark Kilroy, trabajaba en la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, según The Washington Post. Las autoridades mexicanas detuvieron a Serafín Hernández en la carretera federal dos. Él había secuestrado al joven estadounidense y guio a los agentes al rancho de Santa Elena.
Cuando los cuerpos fueron descubiertos, el 11 de abril de 1989, Constanzo y algunos de sus seguidores huyeron a la Ciudad de México, donde los narcosatánicos tenían propiedades. De acuerdo a la policía capitalina, entre 1987 y 1989, hubo asesinato similares al del joven de EEUU.
Tras seguir pistas, las autoridades encontraron el departamento en la calle Río Sena de la colonia Cuauhtémoc, a unas cuadras del Ángel de la Independencia y Paseo de la Reforma. El 6 de mayo de 1989, cuando los uniformados querían allanar el edificio donde se escondían los narcosatánicos, “El Padrino” comenzó a dispararles desde su ventana. La policía venció al grupo criminal, pero encontró el cadáver de Adolfo, quien ordenó a uno de sus seguidores ejecutarlo. Sara fue arrestada y condenada 647 años de prisión, según el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México. La sentencia se redujo a 50 años al encontrarla culpable solamente de encubrimiento.
“El Chapo” Guzmán y Emma Coronel
Una de las parejas más mediáticas en el crimen organizado son Joaquín “El Chapo” Guzmán y Emma Coronel, quien se casó en 2007 con el cofundador del Cártel de Sinaloa, según algunos medios. Tras la captura de su esposo, las autoridades estadounidenses comenzaron a investigar la participación de la exreina de belleza en la organización criminal más peligrosa de la actualidad.
De acuerdo con las autoridades federales de EEUU, ella ayudó a organizar envíos de drogas desde 2012 hasta 2014. También la acusaron de haber tenido un papel importante en la fuga del 11 de julio de 2015. El capo escapó a través de un túnel de 1.6 kilómetros de largo, que comenzaba en la ducha de su celda en el penal del Altiplano en México.
Emma fue detenida en febrero de 2021 en el aeropuerto Dulles de Virginia, por las autoridades de EEUU, y en junio de ese año se declaró culpable de cooperar con el negocio de narcotráfico de su esposo para la importación de cocaína, heroína, marihuana y metanfetamina a los Estados Unidos y para el blanqueo de dinero, de acuerdo con fuentes oficiales estadounidenses.
Coronel fue enviada a la prisión de mínima seguridad FMC Carswell, en el norte de Texas, donde permanecerá hasta el 13 de septiembre de 2023. La ciudadana estadounidense y mexicana creció entre el narcotráfico, según los documentos presentados por la fiscalía de EEUU durante el juicio contra ella, que terminó en noviembre de 2021.
Raúl Osiel Marroquín “El sádico” y Juan Enrique Madrid
El autor de los crímenes que atemorizaron a la comunidad LGBT+ en 2005, tenía una preferencia por usar métodos de tortura con sus víctimas. Mejor conocido como “El sádico”, es un exsargento del ejército mexicano, originario de Tamaulipas. Cometía sus crímenes en la Zona Rosa de la Ciudad de México, según registros policiales.
Aunque él mismo ha declarado ante los medios que es heterosexual, los perfiles psicológicos elaborados por las autoridades, tras su captura el 23 de enero del 2006, revelan que mantenía una relación de dependencia y vínculos emocionales fuertes con su cómplice Juan Enrique Madrid Manuel.
Agentes de la entonces Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal catalogaron los crímenes de odio por homofobia. Junto a su colega, asfixiaba y violaba a hombres homosexuales. Para lograrlo, a veces usaba sus propias manos o bolsas de plástico.
También conocido como “El asesino del Arcoíris”, abordaba a los hombres en bares de la Zona Rosa, para después indagar si sus familiares podían pagar el rescate por un secuestro. Sin embargo, pocas veces concretaba el acto, pues en la mayoría de los casos, optaba por asesinar a sus víctimas.
Luego de que la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SIEDO) investigara el asesinato de un joven llamado Jonathan Razo el 30 de noviembre de 2005, “El sádico” fue perseguido durante meses hasta ser detenido por las autoridades.
Genaro García Luna, extitular de la entonces Agencia Federal de Investigación (AFI) y actualmente enjuiciado en EEUU por conspiración de narcotráfico, comunicó el 26 de enero de 2006 que este criminal sería acusado por el asesinato de cuatro personas homosexuales y seis secuestros. “El sádico” fue sentenciado en 2010 a 280 años en la Penitenciaría de la Ciudad de México, en la colonia Santa Martha Acatitla. Su cómplice nunca fue capturado.
Ana y Rodolfo, “Los Sádicos de Matamoros”
Esta pareja intimidó la ciudad de Matamoros, Tamaulipas debido a la cercanía fronteriza con Estados Unidos, según las autoridades mexicanas. Rodolfo Infante Jiménez nació en Texas, EEUU; pero el estado natal de su cómplice, Ana María Ruíz, es San Luis Potosí, México.
Aunque se desconoce cómo se conocieron, las autoridades mexicanas registraron que en 1991 iniciaron sus asesinatos contra las mujeres de aquella región. Conforme a Michael Newton, autor de The Encyclopedia of Serial Killers y Bad Girls Do It!: An Encyclopedia of Female Murderers, ambos agredían mujeres por una motivación sexual compulsiva.
El método de esta pareja era similar al de los monstruos de Ecatepec. Ana y Rodolfo engañaban a sus víctimas al ofrecerles empleos como trabajadoras del hogar. Una vez que las mujeres acudían a las citas, las secuestraban, violaban y torturaban hasta la muerte, según las declaraciones de los agentes en el estado de Tamaulipas.
Hasta octubre de 1991, fecha de su detención, la pareja tomó la vida de al menos ocho mujeres. El rango de edad de estas víctimas era de entre 14 y 20 años, según informó la policía a la agencia AP. Las autoridades de ese estado tuvieron que condenarlos a ambos a 40 años de prisión, pues en ese entonces, era la pena máxima de Tamaulipas.
Al ser interrogado, Rodolfo declaró que Ana era la autora intelectual de los crímenes, aunque Eloy Treviño Gracia, entonces comandante de la Policía Judicial del Estado de Matamoros nunca encontró evidencia que lo respalde. Por su parte, Ana negó su participación en los asesinatos, pese a que su pareja se declaró culpable de tres homicidios y culpó a la mujer de cometer cinco.