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Ciudad de México. En México es indudable que estamos ante una crisis hídrica: 60 por ciento de los cuerpos de agua presenta algún grado de contaminación, 157 acuíferos están sobreexplotados, además de que 50 por ciento del territorio ha perdido su cobertura vegetal original. Eso, más el cambio climático, plantean un escenario de alteración del sistema hidrológico, señaló Fernando González Villarreal.
El coordinador Técnico de la Red del Agua UNAM y director del Centro Regional de Seguridad Hídrica bajo los auspicios de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), refirió que 71 por ciento del territorio presenta un grado de presión hídrica alto o muy alto, lo cual significa que ya no se pueden abastecer nuevas demandas; y 106 municipios tienen alta vulnerabilidad a las sequías.
Ante esta realidad, opinó, se necesita un cambio de paradigma y evolucionar hacia la búsqueda de la seguridad hídrica, donde se garantice el acceso al agua potable en cantidad y calidad a un precio justo; se aseguren recursos hídricos para los ecosistemas; se promueva el abastecimiento adecuado para las actividades productivas y se logre, incluso, frente a los fenómenos meteorológicos extremos.
Al dictar la conferencia Perspectivas del agua en México ¿Crisis hídrica?, organizada por el Seminario Universitario de la Cuestión Social (SUCS), reiteró que en el país 72 por ciento de las lluvias se concentra en cuatro meses (de junio a septiembre). Además, se registra gran variabilidad hidrológica.
González Villarreal expuso que las demandas del líquido son múltiples: 76 por ciento del consumo se destina a la agricultura, ámbito que requiere cambios para empleo más eficiente del recurso; 15 por ciento para uso público urbano; 5 por ciento para industria, comercio y servicios; 4 por ciento utilizado para generación de energía. “El agua para el medio ecológico no tiene representación en un usuario específico”.
Al complejo panorama se suman fenómenos internacionales como la pandemia de COVID, cuando subió el consumo doméstico y la gente que se quedó sin empleo dejó de pagar el servicio. “Estamos en una gran crisis y no hemos salido de ella”. También hay incremento de ocupación de las zonas naturales, como llanuras de inundación y humedales, y reducción sostenida de inversión pública y privada dedicada a los problemas del agua, más la intensificación del cambio climático.
Ante ello, Fernando González afirmó que se requieren buenas políticas públicas e infraestructura construida de manera racional, con respeto al medio ambiente, y que resuelva problemas sociales.
De igual forma, poner énfasis en la evaluación de los recursos hídricos (estaciones meteorológicas, medición de la calidad del agua, etcétera) a través del ciclo hidrológico, sostuvo.