Algunas claves en el desarrollo de esta enfermedad son un sistema inmune debilitado hasta el consumo de tabaco
infobae.com
El descubrimiento del Papanicoláu, por Yeoryios Papanikoláu en 1925, aún es la prueba más efectiva para la detección del cáncer cervicouterino (CaCu). Esta enfermedad es causado por la multiplicación sin control de células anormales en el cuello del útero. Los datos recientes subrayan la relevancia de la detección temprana, indicando que el CaCu sigue siendo el cuarto tipo de cáncer más común a nivel global, con importantes repercusiones en los países en desarrollo con mortalidad del 52%.
En México, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), se registraron 4 mil 253 fallecimientos por esta causa en 2022. Estas cifras convirtieron a la enfermedad en la segunda causa principal de muerte por cáncer en mujeres, solo superado por el cáncer de mama.
Además del Papanicoláu, existen otras medidas cruciales para la prevención del CaCu, incluyendo la vacunación contra el VPH (Virus del Papiloma Humano), recomendada por organismos internacionales como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) para niñas, niños, y adultos de hasta 45 años. La vacuna Gardasil 9, aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), se ha mostrado efectiva en prevenir tipos de VPH que pueden generar cáncer cervicouterino, pese a no ser un tratamiento para infecciones existentes.
Factores de riesgo del cáncer cervicouterino
El cáncer de cuello uterino representa una grave amenaza para la salud, influido notablemente por la infección con tipos de Virus del Papiloma Humano (VPH) considerados de alto riesgo, en especial los VPH 16 y 18. Estos patógenos, transmitidos principalmente a través del contacto sexual, juegan un papel central en la aparición de lesiones precancerosas y cancerígenas en el cuello uterino. Además, factores como el comportamiento sexual de riesgo y el uso prolongado de píldoras anticonceptivas se relacionan directamente con un aumento en la prevalencia de esta enfermedad, de acuerdo con un artículo publicado en la revista Chinese Journal of Cancer Research.
Los estudios han demostrado que las interacciones de los VPH de alto riesgo con el organismo, especialmente a través de oncoproteínas, responsables de la transformación de una célula normal en una maligna, como E6 y E7, desencadenan un proceso que puede culminar en cáncer. Estas proteínas interfieren con genes supresores de tumores fundamentales, induciendo alteraciones genéticas y celulares que promueven el desarrollo neoplásico.
La investigación apunta a que los factores sexuales y reproductivos, como tener múltiples parejas sexuales y una edad temprana en la iniciación sexual, contribuyen significativamente al riesgo. Del mismo modo, el uso de píldoras anticonceptivas durante periodos prolongados ha sido vinculado con un aumento en la incidencia del cáncer cervical, enfatizando la necesidad de considerar alternativas en la planificación familiar y métodos contraceptivos.
Las mujeres cuyo sistema inmunológico está debilitado debido a condiciones de salud preexistentes o medicamentos prescritos para suprimir la inmunidad enfrentan un mayor riesgo de que las infecciones por VPH se vuelvan persistentes y, eventualmente, evolucionen hacia el cáncer, conforme al estudio publicado en National Cancer Instituto (NIH) de Estados Unidos.
Por otro lado, la exposición al tabaco, ya sea directamente o a través del humo de segunda mano, también se asocia a un aumento en el riesgo de desarrollar cáncer de cuello uterino. Este riesgo se ve agravado por la cantidad y la duración de la exposición al humo. Un último factor de riesgo La obesidad contribuye adicionalmente a complicar la detección temprana del cáncer de cuello uterino, lo que puede resultar en un diagnóstico tardío y reducir las probabilidades de un tratamiento exitoso.