Frances Haugen, extrabajadora de Meta que filtró documentos de la empresa, aseguró que éste es un momento histórico, pues ya se habían tardado en regular las redes sociales.
CIUDAD DE MÉXICO (apro).– La semana pasada, fiscales generales de 41 estados de Estados Unidos demandaron a Meta, la empresa de Mark Zuckerberg, dueña de Facebook e Instagram, por perjudicar a los niños con los productos que promocionan sin informar de los peligros que podrían causarles.
En 2021, The Wall Street Journal publicó un reportaje sobre los llamados Facebook Files, una investigación basada en documentos internos de Facebook que demostraba que sus dueños eran conscientes de los daños causados por Instagram y Facebook en los jóvenes, además de saber y dejar pasar noticias falsas o contenidos que alentaban la violencia.
Después, la ingeniera Frances Haugen, de 39 años, reveló ser la fuente de información en una entrevista televisiva, tras reconocer que dejó la empresa llevándose 21 mil documentos internos. Por eso, el Senado de Estados Unidos la llamó a declarar y comenzaron las investigaciones a Meta.
Iniciaron las primeras demandas de padres de adolescentes que habían sufrido trastornos mentales, alimenticios o llegado al suicidio por Facebook, hasta formar una demanda colectiva presentada por particulares e instituciones educativas contra varias redes sociales.
Al saber de las nuevas demandas, Haugen se emocionó, en entrevista con El País: “Este es un momento verdaderamente histórico”, confesó en videoconferencia.
Desde que se reveló la información, la estadunidense no ha parado de dar conferencias por todo el mundo, para explicar los peligros del uso de esta red social para los jóvenes, mediante su fundación, la ONG Beyond the screen, que lucha por transparentar las redes sociales.
“Este es un momento verdaderamente histórico. En Estados Unidos no abundan los consensos entre demócratas y republicanos. Que 41 Estados se unan y exijan rendición de cuentas a una compañía es algo muy grande. Y demuestra que tienen pruebas sólidas contra ella, si no, no darían ese paso. Este caso no va de que Facebook dañaría a los niños, sino de que Facebook daña a los niños y además miente sobre ello”, indicó a El País.
Resaltó que el encubrimiento es a menudo peor que el crimen: “Hay quien dice que la Sección 230 (de la Communications Decency Act de 1996), que exime a las plataformas, salvo contadas excepciones, de la responsabilidad de los contenidos publicados en ellas por terceros, que significa que estas empresas pueden hacer lo que quieran. No sé si eso es totalmente cierto. Pero lo que sí sé es que las leyes de protección al consumidor establecen que no puedes describir tu producto de una manera cuando sabes que es diferente”, añadió.
Consideró increíble que en las próximas semanas se conocerá la versión completa del texto de la demanda, lo que lo cambiará todo, porque está segura de que son extractos de documentos de citación, pues, tan pronto como se pueda ver lo que los propios documentos de Facebook dicen en detalle sobre la salud mental de los niños, cree que realmente cambiará profundamente la conversación en torno a las redes sociales y los niños.
Destacó que en la demanda se cita a otras personas con sus nombres tapados, por lo que sabe que hay otros que hablan de Facebook, que la demanda se apoya en documentos que no eran de ella, pues solo publicó un puñado de documentos sobre niños.
“Mi enfoque principal era la equidad lingüística. Hay cientos de millones de hispanohablantes en todo el mundo. Facebook no invierte tanto en la seguridad de su versión española como en la inglesa. Yo igual revelé 30 o 40 documentos centrados en los niños. ¿Qué sucede cuando en lugar de ver 30 o 40 tenemos mil o 4 mil? Estoy muy emocionada de ver lo que el mundo va a aprender a partir de estos informes.
“Mi motivación principal al hacer la filtración fue poder dormir por las noches”, aclaró.
En ese sentido, consideró que, en 10 años, se verá al pasado y se sorprenderá de las consecuencias del uso de redes sociales, pues ya se han visto estudiantes de segundo año en la universidad que están dando testimonios acerca de lo que han visto en las redes sociales.
“Una cosa que ha sorprendido a profesores y educadores es que hay muchos niños enfadados sin motivo aparente. También hay muchos que tienen compañeros que se han suicidado. Vamos a tener que enfrentarnos al hecho de que esta es la generación más afectada por las redes sociales, y nos harán saber las consecuencias que les ha supuesto. Cuando miremos atrás en 10 años, nos preguntaremos por qué no pudimos avanzar más rápido en la regulación”, agregó.