Las mujeres en México pueden votar y ser votadas desde 1953; sin embargo, la ONU estima que faltan 130 años para lograr la igualdad de género
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Las elecciones del 2 de junio pasado no solo fueron las más grandes de la historia en México, sino que también representaron un parteaguas en la política del país, ya que por primera vez una mujer fue electa como presidenta de la República, tras más de 200 años de que el cargo fuera ocupado por un hombre.
Sin embargo, diversos colectivos y activistas han expresado su incertidumbre ante el gobierno que encabezará Claudia Sheinbaum, de la coalición Sigamos Haciendo Historia (Morena, PT y PVEM), ya que se enfrentará al reto de atender la desigualdad, desapariciones, feminicidios, la falta de agua, la entrada de migrantes y el cambio climático en un país donde domina la misoginia y el machismo, por lo que advierten que al cometer cualquier error estará en la mira de todos los críticos.
Aunque su triunfo también ha sido celebrado por las organizaciones de mujeres, ya que representa un gran avance en el movimiento feminista para lograr la igualdad de género en México y el mundo.
¿Cómo ha sido la participación de las mujeres en la política mexicana?
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) afirmó que ganar su derecho al voto fue una de las primeras batallas por las que pelearon las mujeres, en aras de tener aquella representación política que se les negaba.
El primer lugar país donde se les otorgó el derecho al voto fue Nueva Zelanda, en 1893, pero lograr lo mismo en otros países llevó más tiempo, ya que en México ocurrió en 1953 e implicó lidiar con todo tipo de obstáculos que impedían avanzar hacia la igualdad.
Sin embargo, Karla Valverde Viesca, académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), consideró que el derecho al voto fue solo una de las muchas las luchas emprendidas para lograr el reconocimiento femenino en todos los rubros y así integrarlas a las actividades fuera del hogar o la crianza de la familia, puntualizando que el movimiento feminista ha tenido avances, pero no lo suficiente.
“Ha habido constantes esfuerzos para cambiar los patrones culturales que otorgaban a la mujer un papel poco relevante fuera de casa y la confinaban a actividades relacionadas con los cuidados de la niñez y su crianza.
“(…) Hay que agradecer a nuestras madres, abuelas y a todas las promotoras de estos derechos económicos, políticos y sociales que nos han permitido, entre otras cosas, estar más representadas. No obstante, resta mucho y debemos tener muy claro qué nos falta por hacer”, aseveró en una publicación de la UNAM.
De acuerdo con Cristina Gómez Álvarez, del colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras, la representación política de las mujeres es un fenómeno que data de la segunda mitad del siglo XX y parte de que ellas tengan derecho a votar y ser votadas, lo cual a pesar de que las nuevas generaciones lo ven con normalidad, es un hecho reciente, con apenas 70 años de antigüedad.
Desde entonces su incorporación ha aumentado, y aunque hay consenso sobre que la participación y el liderazgo femeninos en política y vida pública, en igualdad, son cruciales para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible antes de 2030, las cifras de ONU Mujeres muestran que su representación es insuficiente en todo nivel.
No obstante, Valverde Viesca aseguró que en esta década se ha avanzado más que en los últimos 50 años, pero aún hay mucho por hacer, ya que de acuerdo con cálculos de ONU Mujeres, “faltan unos 130 años para lograr un papel realmente equilibrado, paritario, formal o más allá de eso, es decir, sustantivo que tenga injerencia real en la toma de decisiones”.
Hasta el 13 de mayo de 2024, según ONU Mujeres, hay 28 países donde 28 mujeres se desempeñan como Jefas de Estado y/o de Gobierno y solo seis tienen congresos paritarios: Ruanda (61 %), Cuba (53 %), Nicaragua (52 %), México, Emiratos Árabes y Nueva Zelanda (con el 50 %). “Es de destacarse que la mayoría de estos países no son precisamente desarrollados, y que la mitad pertenecen a América Latina y el Caribe”.
Ante ese panorama, Karla Valverde apuntó que el camino para lograr la igualdad de género en el ámbito político aún es largo y “no se trata sólo de llegar, sino de hacerlo e incidir en la toma de decisiones relevantes”.
Y es que, si bien es cierto que en México hay legisladoras que ocupan curules en el Senado de la República y la Cámara de Diputados y que son lideresas de alguna comisión, no encabezan los grupos que deberían y son asignadas a aquellas relacionadas a la familia, el bienestar social y grupos vulnerables.
“Casi siempre se les asignan aquellas relacionadas con niñez, bienestar social o grupos vulnerables, mas no de presupuesto, cuenta pública o de puntos constitucionales. Si revisamos, no ha habido una participación activa real, sino una representación simbólica. Es decir, ocupamos esos lugares pero no podemos tomar decisiones con trascendencia fundamental”, agregó.
Asimismo, la integrante de la Red de Politólogas #NoSinMujeres describió que los prejuicios y estereotipos de género van contra su desarrollo, y que cuando se trata de cargos de representación política hay mayor escrutinio sobre ellas que de ellos.
“Te tienes que masculinizar para mostrar liderazgo. Si recordamos a mujeres con cargos relevantes, como Margaret Thatcher, veremos que siempre al hablar de ella se usa el calificativo de la Dama de Hierro, lo que es una manera de sugerir que parecía hombre”, explicó.