“Debíamos intubar a un paciente pero nos escupía porque no creía en el COVID-19”

La vocación está a prueba también ante pacientes que reaccionan de forma violenta por desconocimiento de la enfermedad o temor

heraldodemexico.com.mx

El doctor Pablo Eduardo Fuentes, especialista en urgencias, es uno de los médicos que está en la primera línea de batalla contra el COVID-19 durante la etapa más crítica en el Valle de México, en la cual, relata, los trabajadores de la salud se enfrentan al “desbordamiento” de pacientes en los hospitales, e incluso a las reacciones violentas de algunos enfermos y además, a estar lejos de casa.

El especialista en urgencias y sus compañeros del Hospital General Regional 2 del IMSS en Coapa trabajan para salvar vidas ante un escenario de saturación de las instalaciones porque desde hace 10 días llega una gran cantidad de pacientes demasiado graves con dificultad para respirar y muchos mueren.

“En una de mis guardias teníamos pacientes donde ya no había más que ofrecerles porque ni siquiera hay una toma de oxígeno disponible, eso frustra mucho”, recuerda el doctor Fuentes Carranza.

La vocación está a prueba también ante pacientes que reaccionan de forma violenta por desconocimiento de la enfermedad o temor.

“Un paciente requería ser intubado y nosotros lo tuvimos que intubar y él, literal, nos escupía y nos decía que él no tenía eso, que eso era un invento, aunque estaba enfermo y no podía ni respirar el pobre. Es muy complejo”, recuerda el médico egresado de la Universidad Autónoma de Puebla.

Sin embargo, la decisión más difícil ha sido aislarse de su familia mientras pasa la pandemia. Desde hace 10 días vive en una habitación de un hotel de la compañía City Express, que participa en el programa de hoteles solidarios con el personal de salud en la Ciudad de México.

“Quise evitar llevarles el riesgo a casa”, menciona Pablo Eduardo, quien extraña mucho a su esposa y tres hijos, pero la posibilidad de contagiarse o llevar objetos contaminados a casa le hace concluir que tomó la decisión correcta.

Mientras la mayoría duerme, el doctor Fuentes trabaja en el turno nocturno, de 8 pm a 7 am. Lo más incómodo del equipo de protección personal son los googles, porque después de varias horas lastiman la nariz y se empañan por la transpiración.

Para evitar más contagios en los hospitales, los familiares no pueden ver a sus pacientes internados por COVID-19, así que envían cartas breves a sus seres queridos a través de los médicos, pero si los pacientes están intubados o traen mascarilla, los trabajadores de la salud las leen para ellos.

“Nos han pedido que leamos las cartas y eso es algo muy muy difícil, porque es imposible no involucrarse y pega más. Pero también es muy difícil no hacerlo, negarse está muy difícil”, confiesa Pablo Eduardo.

Después de cada jornada, el doctor con 17 años de experiencia en urgencias y quien también labora en dos hospitales privados, regresa molido a descansar.

Ante todos los momentos tan complejos que vive al día, estar solo en su habitación también le ha servido para “hacer catarsis, pude hacer lo que en mi casa no puedo hacer, pude llorar, eso ayuda mucho”, añade con voz entrecortada.

Esta es una contingencia “que no tiene comparación”, menciona el médico al recordar que también le tocó el sismo del 19-S y la pandemia de influenza AH1N1 en 2009.

El especialista llama a la población a entender que quedarse en casa para evitar más contagios es la única solución para controlar la epidemia y para poder brindar un mejor servicio en los hospitales.

“Quienes puedan estar en casa y ya estén aburridos y que ya no aguanten a su familia o ya estén desesperados por convivir tanto tiempo juntos, de verdad no saben la bendición que tienen de poder estar con ellos”, afirma.

                                                         
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