El cubrebocas ha traído graves problemas de contaminación al entorno.
Por Morelia Trejo
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En medio de esta crisis sanitaria y en su búsqueda por disminuir los contagios del virus de SARS COV2 una de las principales medidas que sé ha recomendado para frenar su propagación es el uso de cubrebocas, sin embargo sus pocas horas de vida útil han ocasionado el aumento de estos residuos en los rellenos sanitarios, mares y ríos.
Se tiene registrado que la vida útil promedio de un cubrebocas del tipo KN 95 es de 8 horas de uso continuo. A pesar de que las mascarillas reutilizables (tela) se han comercializado como una alternativa ecológica a las opciones de plástico estas no eliminan por completo el impacto negativo en el planeta.
De acuerdo a estudios realizados se estima que una mascarilla tarda más de 400 años en desintegrarse y si se encuentra en el mar no solo amenaza a las especies como peces, medusas y arrecifes de coral sino a la vida humana por los microplásticos que al descomponerse quedan dispersos en el océano y son tragados por los vertebrados acuáticos quedando atrapados en sus organismos los cuales son consumidos posteriormente.
Se estima que cada persona (que labore cinco días por semana) estaría desechando en promedio más de un 1 kilo de mascarillas cada dos semanas.
Puerto Vallarta no está quedando fuera de esta problemática pues cada vez es más común encontrar por las calles estos desechos. Con las lluvias registradas en estos últimos ayudó para que el aumento en las playas y los ríos fuera considerable.
Esta ciudad siempre ha sufrido por la escasa protección al medio ambiente y la nula prioridad para que se mejore el sistema en el relleno sanitario.
Hasta qué estos dos temas no sean vistos como prioritarios en las agendas gubernamentales no se podrá garantizar el bienestar, la salud ni mucho menos un buen futuro a los Vallartenses.