Por Nayar Araiza López
Natalia Montaño y el chistecito que no hizo reír en Puerto Vallarta
• No es aviadora, sí cumple… pero falló en el escenario equivocado
• Lo verdaderamente grave después del episodio, no fue el chiste, sino el linchamiento digital, los ataques misóginos y con saña, los señalamientos que rozan la violencia de género
Muy caro le salió el intento de sátira a Natalia Montaño Ruelas, funcionaria del Ayuntamiento de Puerto Vallarta adscrita a la Tesorería Municipal, quien en un espectáculo del comediante Franco Escamilla en Tepic, soltó que su trabajo consistía en “tomar, comer, cenar y pasarla bien”, con un remate “increíble” al asegurar “no saber cuáles eran sus funciones”. La frase, lejos de provocar carcajadas, desató una tormenta de críticas en redes sociales, dejando al gobierno de Luis Munguía en modo control de daños.
Puerto Vallarta no está para chistes malos. Mucho menos cuando vienen de una funcionaria que por supuesto que “la regó”. Pero también hay que poner contexto, fue un evento de humor, no una comparecencia oficial. Intentó ser satírica y falló. La sátira, como bien sabemos, no se improvisa, es un género difícil de manejar, se construye con inteligencia, timing y conciencia del lugar que se ocupa. Y en el servicio público, cada palabra pesa, pero cuando se juega con el descrédito institucional, aunque sea en horario libre, el costo político lo paga todo el Ayuntamiento.

El presidente municipal Luis Ernesto Munguía fue claro al respecto cuando la prensa lo cuestionó, al afirmar que los funcionarios públicos deben respetar la investidura que representan, incluso fuera de horario laboral. El Tesorero Raúl Rodrigo Pérez también le hizo un llamado de atención. Pero “mucho ojo” Natalia no es aviadora, sí trabaja, sí cumple, y estaba en día de descanso. Lo que ocurrió simplemente fue una inmadurez, no una falta administrativa.
En este tema, lo preocupante es otra cosa, lo verdaderamente grave en este momento después del episodio no fue el chiste, sino el linchamiento digital, los ataques misóginos y con saña, juicios sumarios, los señalamientos que rozan la violencia de género. Natalia Montaño no robó, no incurrió en ningún acto de corrupción, no ha sido omisa en sus funciones. Simplemente no supo construir una broma.
Urge al Ayuntamiento de Puerto Vallarta un Código de Ética claro, actualizado y con enfoque preventivo. Porque lo que pasó no es menor, pero tampoco es para tanto. La administración municipal sigue su curso, resolviendo las problemáticas que ha enfrentado en los últimos meses. Porque mientras los funcionarios no tengan reglas explícitas sobre su conducta pública (incluso fuera de horario), seguirán tropezando. Y cada tropiezo, por mínimo que sea, se convierte en escándalo. Y, si algo debe salir de este episodio, que sea una reflexión institucional, no una hoguera. Va.


