Comentarios de la Bahía

27 julio, 2025

Por Nayar Araiza López

El eterno debate: por qué cobra la prensa

• El dicho genial de “Juanito” ante los que llaman “vendidos” a los periodistas

(Columna dedicada a la memoria de Juan González Belloso. Reproducción: publicada en 2015)

Juan González Belloso, fue un periodista de Bahía de Banderas y Puerto Vallarta, que manejaba la sátira con maestría en su gustada columna “Pancho el Perrucho”, de amena lectura en los años noventa y dos mil. Falleció en 2008. En una ocasión, algunos periodistas, esperábamos el pago de facturas por convenios —legales, registradas y con impuestos ante Hacienda—, obviamente por servicios editoriales, promoción periodística, publicidad y difusión prestados al gobierno municipal y al DIF.

Llegó entonces uno de esos aliancistas “panperredistas” —no existía MORENA; gobernaba el PRI y la oposición era PAN y PRD; corría el proceso electoral de 2005 por la sucesión municipal—. El tipo —que por cierto ahí anda todavía, ahora ya vestido de morenista y funcionario de Héctor Santana— nos dijo a Juanito, a Francisco Villa (periodista y columnista, dueño de La Opinión) y a su servidor quien esto escribe: “Aquí están los periodistas más vendidos de Bahía de Banderas”.

Ante lo anterior, Juanito Belloso le respondió con gran maestría: “Vendidos no: comprados, como un producto bueno que los clientes prefieren por su alta calidad en el mercado. Yo qué culpa tengo de que el gobierno, en sus tres niveles, no les compre sus servicios periodísticos y publicitarios a los demás, por maletas y burros, porque sus ‘panfletos’ no los ve nadie; no los compran en el puesto ni al voceador” —las redes sociales no eran tan fuerte entonces y todavía circulaban periódicos impresos—.

“Juanito” continuó con su cátedra: cuando hay satisfacción del consumidor hay compra repetida y lealtad del consumidor. En el periodismo es lo mismo; pero —aclaró— la opinión editorial es aparte. “En mi Pancho Perrucho yo digo lo que me dé mi chingada gana; pero si me contratan —porque tengo muchos lectores— para publicar que se inauguró una calle que le costó tres millones al gobierno, o que se repartieron varios miles de pesos en programas sociales, y además compruebo que es cierto entrevistando a viejitas beneficiadas, claro que acepto un pago”.

Y siguió Juanito González Belloso con su aserto: “Esto es como cuando en los anuncios de Televisa contratan a Hugo Sánchez ‘pa’ que anuncie una pasta Colgate, o a una muchacha bonita anunciando un perfume. Además, los espacios en los medios también se venden, cuestan dinero. Es una chinga hacer un periódico o una página web, hay que comprar papel, tinta, pagar a un diseñador, el internet, además del costo del equipo de cómputo, cámaras, grabadoras y demás… “Vendido su chingada madre”, le dijo Juanito al politiquillo agresor que nos llamó “periodistas vendidos”.

Y abundó en su docto raciocinio: “Esos panperredistas quieren publicidad y promoción gratis, cuando al dineral que les dan a sus partidos —de nuestros impuestos— también le etiquetan recursos para ‘medios de comunicación’. Nomás que se hacen pendejos, argumentando que es ‘obligación informar’, que es apenas una pequeña parte de los géneros periodísticos, del gran mundo de las Ciencias de la Comunicación. ¡Que paguen los cabrones!”, remató, ya enojado por el vituperio.

Entonces intervino Raúl Morán —ya fallecido, el “zar de los voceadores” en Bahía de Banderas—, quien también estaba presente en esta anécdota de hace veinte años en el patio de la Presidencia en Valle. Señaló que algunos políticos eran “muy maletas”, pues no le pagaban ni el periódico. Raúl tenía una lista muy grande de funcionarios y regidores que le exigían las entregas, pero ya le debían hasta dos meses (la lista aún existe en poder de Luis Pablo Guardado).

Volviendo a “Juanito” Belloso —como se le conocía—, ese día señaló que “los del PRD, del PAN y otros tantos del PRI son muy intolerantes a la crítica y no les gusta ‘pagar prensa’”. Reiteradamente, en forma peyorativa, se refieren a los periodistas como “chayoteros” o “vendidos”, por el cobro de servicios periodísticos. Particularmente —al igual que Juanito lo afirmaba— siempre hemos dicho que no es ilegal ni antiético; únicamente en la cabeza de políticos mediocres y sin criterio cabe que los periodistas o los medios de comunicación trabajen gratis.

También decía Juanito González Belloso que muchas veces —la mayoría, digo yo— esos mismos políticos invitan a los periodistas a sus eventos y actos partidistas para que los “cubran”; es decir, quieren que la sociedad y la opinión pública conozcan sus actividades. Eso implica esfuerzo: gastar gasolina, escribir una nota, encender la computadora, escoger dos o tres fotos de entre cuarenta —con eso de que ya no se revelan rollos, se toman un chingo de fotos—.

Además, muchos de esos eventos son por la noche, después de las 19:00 horas. Para efectos de redacción y edición ya es tarde, hay que decirle al editor que guarde espacio; son dos horas de trabajo “por cubrir un evento pa’ informarle a la gente” —porque, según ellos, es la obligación del periodista—, dicen muchos de esos “chingones” políticos que invitan a la denominada “perrada periodística” a cubrir su acto, (pero no quieren pagar).

En todo este proceso, con toda razón aseguraba “Juanito”, a veces hay que parar una edición para esperar una nota. Hace veinte años era muy común el “¡paren prensa!”, que significaba no imprimir hasta que llegara la información redactada. Pero esos “políticos maletas” —como decía Raúl Morán— alardean con la cantaleta de que es “obligación informar”, aunque la quieran gratis.

Muchos candidatos, políticos, partidos, funcionarios o representantes del pueblo cobran dinerales de prerrogativas, son riquillos por infinidad de negocios —unos turbios, otros no— y pagan todo, pero cuando andan en la actividad política lo único que no quieren pagar son los medios de comunicación y a los periodistas, aunque sí quieren salir en los periódicos, que les hagan reseñas y que les tomen fotos.

Y es que Juanito González Belloso dijo categórico que “el chayote” —como despectivamente le llaman al pago a periodistas— es como la propina para el mesero en un restaurante: se paga la cuenta, que es para el empresario o dueño, y la propina es para quien te atiende en la mesa. En la medida de su monto, el mesero —que además comparte con cocineros—, después de recibirla, atiende con mayor calidad a sus clientes cuando regresan. En fin, el debate es amplio.

Finalmente, aquí no escribimos por consigna. Lo hacemos ejerciendo nuestra legítima libertad de expresión, asociada a la libertad de prensa. Lo hemos reiterado, todo lo que decimos es nuestro muy particular punto de vista —estén de acuerdo o no—, del cual me hago plenamente responsable. Y, tal como lo dijo Juan González Belloso, en esta vida todo es como en un mercado, para todos debe haber. Los comentaristas de prensa —de un lado y del otro— pueden decir su verdad, su reflexión. A final de cuentas, es el público lector quien decide qué leer y qué medio o sitio visitar. Va.

Adriana Martinez

Editora.

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