La explosión de una pipa cisterna el 16 de noviembre de 2020 dejó 15 fallecidos y una zona devastada; autoridades atribuyeron el siniestro a la velocidad y falta de distancia del conductor de la pipa. El estallido marcó al estado y dejó una enseñanza sobre la importancia de conducir con precaución.
Este 16 de noviembre se cumplen cinco años de la tragedia que marcó para siempre a Nayarit y al país: la explosión de una pipa de gas LP en la autopista Tepic–Guadalajara, un hecho que cobró la vida de 15 personas y dejó una estela de dolor que aún permanece.
El accidente ocurrió en el kilómetro 106 de la autopista, entre Ixtlán del Río y Jala. Un tractocamión cisterna con doble semirremolque, perteneciente a la razón social “Gómez Morín Torres”, volcó tras impactar contra un vehículo que circulaba adelante. La Fiscalía General del Estado de Nayarit determinó que el conductor de la pipa no guardó la distancia de seguridad, lo que provocó el choque inicial, la volcadura y posteriormente la explosión de la carga de gas LP.
Tras el vuelco, la pipa estalló y generó un incendio que alcanzó aproximadamente dos hectáreas. Las llamas consumieron al menos cuatro vehículos: la cisterna, dos autos compactos y una camioneta, todos calcinados por completo.
Las víctimas mortales fueron 15 personas, según los reportes más sólidos. Una única sobreviviente inicial falleció después debido a la gravedad de sus lesiones. Los cuerpos fueron trasladados al Servicio Médico Forense en Tepic para necropsias e identificación mediante muestras de ADN.
La tragedia ocurrió la mañana del lunes 16 de noviembre de 2020, alrededor de las 08:30 horas. Testigos que pasaban por la zona relataron escenas estremecedoras. Uno de ellos, Eddy Omar Zuñiga Anaya, recordó que “todo era de terror, vehículos incendiados, olor a quemado”, y mencionó haber visto a una mujer completamente quemada, sentada sobre la carretera.
Cinco años después, este hecho sigue presente no solo por la magnitud de la pérdida humana, sino también por el impacto emocional en las familias nayaritas y en quienes presenciaron la escena.
Mirar atrás obliga a una reflexión necesaria: conducir con precaución y mantener una distancia segura puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. En carreteras de alta velocidad, un solo instante de descuido puede desencadenar tragedias irreparables. La memoria de las víctimas sigue recordando la importancia de manejar con responsabilidad.


