Autoridades destacan que el capo continuó delegando órdenes criminales a través de su hermano Miguel Ángel
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La justicia de Estados Unidos ratificó la aplicación de medidas de aislamiento extremo a Rafael Caro Quintero, argumentando que el capo mexicano logró mantener sus operaciones criminales desde reclusorios gracias a la colaboración de familiares, en particular de su hermano Miguel Ángel Caro Quintero.
Rafael Caro Quintero, exlíder del Cártel de Guadalajara y figura central en el narcotráfico mexicano, enfrenta cargos en Nueva York bajo estrictas condiciones de encierro tras su entrega a EEUU el pasado mes de febrero.
Según documentación presentada ante la corte por la Fiscalía del Distrito Este de Nueva York, el mexicano es considerado un riesgo persistente para la seguridad pública y la integridad de los procesos judiciales aun en situación de encarcelamiento. El gobierno estadounidense sostiene que existen pruebas de que Caro Quintero delegó y continuó dirigiendo actividades ilícitas desde centros penitenciarios a través de vínculos familiares.
El fiscal del caso, Joseph Nocella, remarcó en su escrito judicial que el acusado cuenta con “un historial documentado de operaciones criminales bajo custodia”, indicando la capacidad de enviar instrucciones a colaboradores externos para mantener la estructura y las finanzas de su red de narcotráfico.
¿Cómo vive Caro Quintero en prisión?
Las actuales Medidas Administrativas Especiales (SAM, por sus siglas en inglés) exigen vigilancia restrictiva sobre las comunicaciones y visitas de Caro Quintero dentro del centro de detención en Brooklyn. Solo personal autorizado y familiares preaprobados pueden contactarlo, tras una revisión exhaustiva por autoridades federales.

Esta política, según la Fiscalía, responde no únicamente a su historial de violencia y narcotráfico, sino también al potencial de represalias contra testigos y funcionarios involucrados en la acusación.
El gobierno estadounidense destaca el paralelismo del caso con el de otros líderes criminales, particularmente el de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, quien también fue sujeto de condiciones similares durante su proceso en el sistema penitenciario federal.
El equipo legal encabezado por Mark DeMarco, sostiene que Caro Quintero está recluido sin ventanas y con la luz siempre encendida, en aislamiento 23 horas por día de lunes a viernes y en confinamiento absoluto todo el fin de semana, sin derecho a ejercicio en ese periodo.
Afirman que el único contacto familiar consiste en una o dos llamadas telefónicas de corta duración, siempre monitorizadas, y que las visitas permitidas se restringen a integrantes de su equipo de defensa legal preautorizados.

En un escrito presentado el 8 de agosto, la defensa advirtió: “Lo señalado por el gobierno en la acusación, memorándum de detención y las SAM perpetúan los mitos y leyendas que han rodeado al señor Quintero por años… los riesgos para su bienestar y cordura son terribles”.
No obstante, la posición del Ministerio Público federal subraya que “existe un riesgo sustancial de que las comunicaciones del acusado o su entorno puedan derivar en lesiones graves a personas, incluidas amenazas o represalias contra testigos potenciales”, manteniendo así la prioridad sobre las restricciones.
Evidencia, antecedentes criminales y contexto procesal
El expediente judicial de Caro Quintero detalla que lideró el Cártel de Guadalajara en la década de los ochenta, periodo en el que el agente de la DEA Enrique Camarena Salazar fue secuestrado y asesinado, hecho por el cual el mexicano fue arrestado primero en Costa Rica y posteriormente sentenciado en México.
Las autoridades estadounidenses refieren que, tras ser liberado anticipadamente en 2013, retornó a la clandestinidad y continuó operando estructuras criminales, hasta su recaptura en Sinaloa en 2022.

Las investigaciones del caso, en las que han participado agencias como la DEA y el FBI, incluyen interceptaciones y comunicaciones entre miembros del Cártel de Sinaloa, donde se atribuyen a Caro Quintero órdenes de asesinato y supervisión de cargamentos hacia Estados Unidos entre 2014 y 2017. Uno de los episodios señalados por la Fiscalía documenta la ejecución de un colaborador por sospechas de cooperación con fuerzas de seguridad estadounidenses en 2016, según consta en los informes del expediente.
Rafael Caro Quintero fue entregado por autoridades mexicanas a EEUU en febrero, junto con otros 28 líderes criminales, entre quienes figuraban Miguel Ángel Treviño (“Z-40”) y Vicente Carrillo Fuentes (“El Viceroy”). Además, una segunda remesa de líderes criminales mexicanos fue entregada en agosto pasado. Estas acciones forman parte de la colaboración bilateral para enfrentar el crimen organizado transnacional.
La próxima audiencia judicial quedó programada para el 18 de septiembre en Nueva York, donde el juez Frederic Block revisará tanto el desarrollo de la acusación como la procedencia de mantener, modificar o eliminar las condiciones de reclusión excepcionales.