Esos decesos no estuvieron causados directamente por los sismos, los incendios o los deslaves. Ocurrieron en lugares supuestamente seguros.
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TOKIO (AP) — El terremoto de magnitud 7.6 que sacudió la costa oeste de Japón el día de Año Nuevo dejaba, hasta el miércoles, 206 fallecidos. Ocho de ellos murieron en centros de evacuación a causa de heridas y enfermedades.
Esos decesos no estuvieron causados directamente por los sismos, los incendios o los deslaves. Ocurrieron en lugares supuestamente seguros.
Las presiones y el estrés de vivir en un lugar al que no se está acostumbrado causan este tipo de muertes», dijo Shigeru Nishimori, funcionario de catástrofes en la prefectura de Ishikawa, la más afectada.
Alrededor de 26 mil personas cuyas viviendas quedaron destruidas o fueron consideradas no seguras siguen en escuelas y en otros refugios improvisados. Hasta las lluvias y las nevadas leves pueden causar deslaves cuando la tierra ha soportado más de 1.000 réplicas en 10 días. Las viviendas medio derruidas pueden ceder del todo.
Shinichi Kuriyama, director del Instituto Internacional de Investigación de la Ciencia de los Desastres y que estudió el terremoto, el tsunami y el desastre nuclear que azotó el noreste del país en 2011, advirtió de que la probabilidad de fallecer se duplica en poblaciones afectadas por desastres.
Según dijo, la cifra de muertos en los centros de evacuación de Ishikawa le sorprendió.
“Estoy realmente impactado», afirmó. ”La comunicación es clave y parece que falta mucha».
Kuriyama dijo que en estas situaciones se puede llegar a obviar a los más vulnerables, no entregándoles comida durante los repartos, por ejemplo, porque no se sabe de su existencia o no pueden ser localizarlos. A esto se suma que los japoneses tienden a “sufrir en silencio”, lo que puede empeorar las cosas, añadió.
Los fallecimientos por el terremoto se centraron en la península de Noto, en Ishikawa, y se han incrementado a diario a medida que los rescatistas sacaban cadáveres de entre los escombros. Del total de víctimas mortales, 91 estaban en la ciudad de Suzu, 83 en Wajima, 20 en Anamizu y el resto en otras cuatro localidades. La cifra de desaparecidos bajó en los últimos días y se mantiene ahora en 52 personas.
Los movimientos telúricos causaron además 567 heridos y destrozaron o causaron daños graves en 1.842 viviendas, según funcionarios de Ishikawa. Más de 14.000 hogares no tenían luz eléctrica y unos 59.000 seguían sin agua corriente.
Un tsunami, que llegó a alcanzar los 3 metros (10 pies) de altura, azotó las viviendas de la costa tras el sismo más potente. Un incendio destruyó parte de la ciudad de Wajima, donde el martes comenzó la búsqueda de cadáveres entre los restos calcinados.
Las autoridades advirtieron del riesgo de brotes de enfermedades infecciosas en los atestados albergues. El suministro de agua y alimentos era escaso, especialmente al principio.
La gente dormía en suelos fríos, algunos sin mantas, con temperaturas bajas y fuertes vientos. Para delimitar espacios se colgaban sábanas a modo de tabiques, que servían para mantener la privacidad y frenar la propagación de enfermedades.
Una semana después del desastre, se instalaron tiendas de campaña en un gran pabellón para acomodar a 500 personas, un cambio que podría evitar más muertes. Las embarazadas, las personas enfermas y los ancianos tenían prioridad en estos espacios.
Pronto serán trasladados a los 110 hoteles y pensiones que se prestaron voluntarios para aceptar a 3.000 afectados. Otras prefecturas próximas se ofrecieron también a habilitar sus alojamientos.
Con las escuelas cerradas, la gente se preocupaba por los niños, aunque algunas clases se trasladaron a otros centros.
Ante el aumento de las críticas a la respuesta gubernamental al desastre, el ejecutivo del primer ministro, Fumio Kishida, habilitó una partida de 4.700 millones de yenes (33 millones de dólares) para proporcionar alimentos, agua, mandas, leche y ropa. Se espera que esa cifra aumente.