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En el siglo XXI se perfilan ya grandes cambios de paradigmas políticos, sociales y económicos. Resulta conveniente así, recuperar lecciones de épocas anteriores que pueden ayudarnos a construir un mundo mejor.
En el año que comienza se cumplirán noventa años de la crisis económica mundial más grave del siglo XX, la Gran Depresión de 1929, iniciada en la Bolsa de Valores de Nueva York y con efectos muy severos en todo el planeta.
Fueron más de diez años de caída del comercio, desempleo, baja de los precios de las exportaciones de materias primas y crisis financiera internacional que alentaron el surgimiento del fascismo en Alemania e Italia, paradójicamente, en un marco institucional con un fuerte prestigio de la ideología democrática.
Este conjunto de factores merece nuestra atención, pues recuerda los procesos políticos vividos en la presente década y revela tendencias que deben alertarnos como sociedad y con respecto al orden institucional.
En Europa se viven fuertes tensiones y giros a la extrema derecha en el Reino Unido, Alemania, Italia, España, Grecia, Bélgica, Austria, Turquía, Rusia y, recientemente, en Francia. En América Latina, Argentina, Chile y Brasil han pasado de la crisis de gobiernos de izquierda a opciones de derecha. El fracaso de los experimentos populistas está ampliamente documentado en la revista Nexos del mes pasado, con un cúmulo de lecciones para México.
La situación en nuestro subcontinente no es alentadora. El acuerdo sobre el llamado T-MEC o TLCAN 2.0 está lejos de concretarse y deberá pasar los filtros legislativos de los tres países. Asimismo, el Senado estadunidense reanudará las conversaciones para alcanzar un acuerdo presupuestal que satisfaga la obsesión del Presidente Trump de tener fondos para construir su muro transfronterizo, en tanto siguen vigentes los aranceles sobre el aluminio y el acero aplicados a México.
Mientras tanto, la crisis migratoria centroamericana sigue activa y no hay señales de que nuestras autoridades tengan una estrategia clara, firme y digna para enfrentar este fenómeno.
Este año, México enfrenta el reto de mantener la estabilidad económica, la cual ha sido precaria ante la instrumentación de políticas económicas que dan tumbos entre decisiones caprichosas (como la cancelación del aeropuerto en Texcoco) y la concentración del gasto público con una visión electoral más que de promoción del desarrollo.
Crece la necesidad de una visión de unidad y de consenso sobre el rumbo del país, más que de división y confrontación, pues el gobierno ha optado por fragmentar a la sociedad entre buenos y malos, entre conservadores y “transformadores”, lo cual fomenta un odio que la historia muestra como catastrófico para las sociedades.
Están en riesgo la sobrevivencia de la democracia y el desarrollo económico y social, por lo cual las oposiciones deberán echar mano de su capacidad de contención para consolidar un bloque que limite los excesos de un régimen que concentra el poder y las decisiones de política pública.
Iniciamos hoy el año 2019 con sinceros deseos de que la situación mejore para la mayoría de los mexicanos y con el fuerte compromiso de hacer lo que nos corresponde para lograrlo.
Por lo pronto, diciembre terminó con la noticia de que el PRI ganó la alcaldía de Monterrey y eso es una señal de que con buenos candidatos, una estrategia adecuada, propuestas sensibles a las demandas de la gente y un claro compromiso de servicio, México irá recuperando el pluralismo que necesitamos para vencer los grandes retos de la época. Un gran año nuevo a nuestros amables lectores.