Renegociar el TLC, prioridad: futuro secretario estadunidense de Comercio

jornada.unam.mx

Nueva York.

Donald Trump está a punto de dejar su jaula dorada en la Torre Trump de esta ciudad para llegar triunfalmente a Washington, donde este jueves se presentará en el monumento a Lincoln en un festejo oficial de bienvenida, y el viernes será investido como el presidente 45 de Estados Unidos. Una de las figuras políticas más polarizantes en la historia de este país hará su juramento con una mano sobre la Biblia de Abraham Lincoln, el unificador de esta república.

Trump asumirá el puesto máximo del país más poderoso del mundo con ausencias en todo el complejo de seguridad nacional, ya que aún no ha logrado nombrar a decenas en puestos de subgabinete, incluso en el Consejo de Seguridad Nacional, algo que está generando preocupación entre expertos sobre qué tan preparado estará el nuevo gobierno para enfrentar una crisis o emergencia en los primeros días.

El proceso de ratificación de los integrantes de su gabinete continúa esta semana. Wilbur Ross, el inversionista multimillonario nominado como próximo secretario de Comercio y quien formará parte del gabinete más rico de la historia (los cálculos ya llegan a una fortuna acumulativa de los nominados de unos 11 mil millones de dólares), afirmó hoy ante el Senado que una renegociación del Tratado de Libre Comercio con México y Canadá sería la primera cosa que abordaría si es ratificado en el puesto. Argumentó que es “pro comercio… pero no pro comercio que pone en desventaja al trabajador y a la comunidad manufacturera estadunidenses”.

Pero Ross tuvo que confesar que había contratado a una persona indocumentada como parte del equipo de trabajadores domésticos de su casa. Al descubrir esto recientemente, cesó a la persona que había trabajado para él desde 2009.

Mientras tanto, el nominado como director de la oficina del presupuesto de la Casa Blanca, el representante Mick Mulvaney, omitió pagar más de 15 mil dólares en impuestos de nómina entre 2010 y 2014 para una persona que trabajaba en su casa.

Por otro lado, después de ser usada como símbolo de todo lo corrupto del sistema político y económico a lo largo de su campaña, Goldman Sachs ahora es la empresa más representada en el nuevo gobierno, con por lo menos seis de sus ejecutivos (actuales y anteriores) en diversos puestos, incluido Steven Mnuchin como secretario de Tesoro, Gary Cohn (presidente de la empresa) como el principal asesor económico de la Casa Blanca, Stephen Bannon como jefe de estrategia, Dina Powell como asistente económica del presidente, Jay Clayton en la SEC, y Anthony Scaramucci como otro asesor de alto nivel.

Otros nominados a puestos, como la secretaria de Educación y la embajadora ante la Organización de Naciones Unidas, entre otros, también fueron interrogados.

El martes pasado Trump bromeó con que su nominado a secretario de Estado, el ex ejecutivo en jefe de Exxon Mobil, estaba encontrando más difíciles las audiencias de su ratificación que dirigir la trasnacional. En un acto para 150 diplomáticos y legisladores en Washington, comentó que Rex Tillerson había tenido una vida encantada. Llega a un país, toma el petróleo, se va a otro país, algo aparentemente más fácil que lidiar con políticos, concluyó.

Pero todo esto quedará interrumpido al arrancar los actos oficiales de la transición del Poder Ejecutivo este jueves.

Dos actos de bienvenida a Washington, tanto a Trump como a sus fanáticos, están programados, uno llamado Voces del Pueblo, en el cual habrá bandas de marcha de diferentes partes del país. Poco más tarde habrá un concierto donde lo más notable será la ausencia de todas las estrellas que rehusaron o decidieron no participar, aunque habrá un par de músicos famosos de country (Toby Keith y Lee Greenwood) y otros menos reconocidos. Ahí, frente al monumento a Lincoln, Trump ofrecerá sus primeras palabras en Washington.

El viernes es el magno acto; frente al Capitolio, Trump y su vicepresidente, Mike Pence, rendirán protesta (Trump ante el jefe de la Corte Suprema, John Roberts, y Pence ante el juez supremo Clarence Thomas, famoso por ser casi mudo), rodeados de políticos y religiosos. Entre ellos, Barack y Michelle Obama, y los ex presidentes Bill Clinton y George W. Bush. El padre de Bush, también ex presidente, envió una carta a Trump disculpándose por su inasistencia debido a que está hospitalizado.

Pero todos los ojos estarán sobre otra persona: Hillary Clinton, la derrotada en el Colegio Electoral pero ganadora del voto popular por casi 3 millones, o sea, la que la mayoría de los votantes deseaba ver en lugar del magnate en esta ceremonia.

Trump ofrecerá un discurso y, después del acto político bendecido por religiosos, y en el que todos aluden a una versión de que este país es el elegido por Dios, ingresarán a la comida tradicional ofrecida por el Congreso.

Poco más tarde, Trump y Pence, y sus familias, tomarán la avenida Pennsylvania desde el Capitolio con destino al número 1600: la Casa Blanca. Saludarán a los simpatizantes y simularán no ver a los manifestantes y disidentes. Pasarán justo frente al nuevo hotel Trump, a unas cuadras de la Casa Blanca.

Al mismo tiempo, sigue la novela de espionaje sobre la mano de Rusia en la elección. Este miércoles, McLatchy reportó que cinco agencias, entre ellas la FBI, la CIA y la Agencia de Seguridad Nacional, han estado investigando durante meses los esfuerzos rusos por influir en la elección, lo que incluye sospechas sobre si el Kremlin envió fondos para apoyar de manera encubierta la campaña de Trump.

Al parecer, Trump no está preocupado. En entrevistas con varios medios, ha comentado que no empezará a trabajar este fin de semana. En declaraciones al nuevo medio Axios, comentó: “no me gusta mentir, no… no es algo que me gustaría hacer”. Preguntado sobre cuáles libros recomendaría para otros, respondió: Me gustan muchos libros. Me gusta leer libros, y punto.

Últimos actos

Mientras hay preocupación entre quienes cubren la fuente de la Casa Blanca de que con el nuevo régimen no necesariamente tendrán el acceso del que gozaban anteriormente, el presidente Barack Obama ofreció este miércoles su última conferencia de prensa. Defendió su decisión de conmutar la condena de Chelsea Manning, anunciada el martes y criticada por figuras conservadoras, y prometió que no guardará silencio después de dejar la Casa Blanca esta semana si siente que los valores centrales del país están bajo amenaza. Entre los temas sobre los que dijo que se expresaría están: si se ordenan redadas contra jóvenes inmigrantes que crecieron en este país (en referencia a los dreamers), la ratificación de la discriminación sistemática, obstáculos al voto o esfuerzos por silenciar a la disidencia o a la prensa. No hay más actos públicos programados para este presidente. A mediodía del viernes ya no será residente de la Casa Blanca.

                                                         
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