La peligrosa fiebre de hidroxicloroquina contra el covid-19

proceso.com.mx

PARÍS, Fra. (Proceso). – “¡Es una locura! ¡Después de los supermercados, miles de franceses empiezan a asediar las farmacias!”

Gerald B., farmacéutico en el distrito 20 de París, no puede creerlo. Es la primera vez en 15 años de carrera que vive semejante situación. Desde las 09:00 hasta las 20:00 horas su teléfono suena ininterrumpidamente y 90% de sus interlocutores le preguntan con voz angustiada si tiene Plaquenil.

“Apenas les digo que no me queda una sola caja, cuelgan furibundos sin despedirse”, cuenta, al tiempo que echa una mirada preocupada a la larga fila afuera de su farmacia.

“Estoy seguro de que buena parte de estas personas me van a pedir lo mismo… De seguir así, voy a tener que pegar un cartel en la vitrina para avisar que ya no tengo Plaquenil, y que sigo careciendo de mascarillas de protección y de gel hidroalcohólico.”

El de Gerald B. dista de ser un caso aislado. En Francia todos sus colegas enfrentan el mismo incremento de pedidos apremiantes, en ciertos casos histéricos, de Plaquenil.

Según los voceros de Sanofi, laboratorio galo que fabrica ese medicamento, el aumento de la demanda es de 5 mil por ciento.

En un experimento con 24 pacientes, 75 por ciento de ellos salieron sin huella de infección después de haber tomado durante seis días Plaquenil, medicamento diseñado originalmente contra la malaria, el lupus y la artritis reumatoide.

“El fenómeno creció más cuando el público se enteró de que el ministro de Salud autorizó el uso del fármaco en los servicios de urgencias de los hospitales para atender los casos más graves de covid-19.

Y se aceleró de manera vertiginosa a partir del pasado domingo 22, cuando se supo que el Plaquenil era probado junto con otros cuatro tratamientos en seis países europeos, dentro del programa Discovery coordinado por la Organización Mundial de la Salud”, explica Gerald B., mientras una de sus asistentes responde con estoicismo a las incesantes llamadas telefónicas.

En Francia, el Plaquenil sólo se puede adquirir con prescripción médica, pero repentinamente miles de recetas surgieron en todo el país, denuncian asociaciones de farmacéuticos que sospechan de “una epidemia de prescripciones de complacencia”.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron. Siguiendo las medidas. Foto: AP

“No me consta personalmente –dice Gerald B.–, pero me enteré por colegas de que médicos generales que atienden diariamente a sus pacientes sin guantes ni mascarillas se autorrecetan Plaquenil para protegerse y cuidar de rebote a sus familias.

“Gran parte de la gente que a mí me pide ese medicamento no tiene prescripción. ¡Piensa que les puede servir como tratamiento preventivo!”

“La situación amenaza con tornarse dramática”, advierte Johanna Closcard, presidenta de la asociación Lupus Francia, afectada desde hace 17 años por esa enfermedad autoinmune que le ocasiona graves problemas de riñones y piel, además de terribles dolores en las articulaciones.

“Somos 40 mil enfermos crónicos en Francia y todos necesitamos tomar dosis diarias de Plaquenil –enfatiza–. Para algunos de nosotros es una cuestión vital. Desde hace varios días recibo llamadas desesperadas de miembros de nuestra asociación: la escasez es absoluta en todo el país.”

Sanofi asegura que ya puso en marcha mecanismos de control –no precisa cuáles– que le permiten eliminar las solicitudes abusivas.

Según sus directivos, los pacientes crónicos no tienen nada que temer, muy pronto se surtirá a las farmacias.

“¿Qué tan pronto?”, se pregunta, escéptica, Closcard.

La Agencia Nacional de Medicamentos y Productos de Salud vigila de cerca la evolución de los pedidos de esa droga cada vez más cotizada y acaba de prohibir su exportación por los distribuidores mayoristas.

Por su parte, la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude está en pie de guerra.

Hasta la fecha no ha detectado ventas ilícitas de Plaquenil, pero las investigaciones que llevan a cabo con la policía de varios países de la Unión Europea le permitieron descubrir un gigantesco mercado electrónico de supuestos medicamentos antivirales, así como de mascarillas de protección y gel hidroalcohólico de pésima calidad.

Y la Interpol afirma haber desmantelado entre el martes 3 y el martes 10 varias redes criminales de venta en línea de antivirales falsificados, entre ellos Plaquenil. En estos operativos se detuvo a 121 traficantes y se decomisaron 14 millones de dólares en productos potencialmente peligrosos.

En Senegal, Benín, Camerún, Burkina Fasso y Níger las multitudes se precipitan a los mercados informales de medicinas para buscar cloroquina, remedio antipalúdico muy conocido en África. No consiguen Plaquenil, sino derivados fabricados en la India y Níger.

Pero en la mayoría de los casos se les venden drogas caducas. Si de casualidad logran comprar un medicamento decente, de igual forma corren peligro porque lo toman fuera de todo control médico.

El 23 de marzo las autoridades sanitarias de Níger dieron a conocer la muerte de dos hombres por sobredosis de cloroquina.

El mismo día un estadunidense oriundo de Arizona murió después de ingerir el fosfato de cloroquina que usaba para limpiar su pecera.

En los tres casos los familiares de los difuntos explicaron que se habían automedicado después de haber escuchado a Donald Trump cantar loas al fármaco.

                                                         
Compartir