Inegi: con inseguridad alimentaria, un tercio de los hogares con niños

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En una tercera parte de los hogares donde viven menores de edad hay por lo menos un niño o niña con algún grado de inseguridad alimentaria, que en algunos de los casos llega a ser severa, y que implica que no tiene acceso físico ni económico a alimentos para satisfacer mínimamente sus necesidades, de acuerdo con datos divulgados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Con motivo de la celebración del Día del Niño, el instituto publicó una serie de indicadores estadísticos que revelan el panorama que vive la población menor a 17 años de edad. La Encuesta Intercensal 2015 señala que 39.2 millones de los habitantes del país, equivalente a 32.8 por ciento del total de la población, tienen hasta 17 años de edad.

En seis de cada 10 hogares viven niños hasta de 10 años de edad y de esa población sólo 66 por ciento viven con seguridad alimentaria, mientras el resto comen poco por falta de dinero, menos de lo que deberían o aunque tengan hambre no comen.

La cifra de los menores que viven con inseguridad alimentaria (34 por ciento) está compuesta por 16.9 por ciento de los hogares cuya situación de inseguridad es leve, 9.5 por ciento es moderada y para 7.6 por ciento es grado severo.

Por otra parte, el Módulo de Trabajo Infantil 2015 de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo evidencia que 8.4 por ciento de los niños, niñas y adolescentes –correspondiente a 2 millones 475 mil 989– realizan alguna actividad económica. De esa porción de población 69.8 por ciento (un millón 728 mil 240) son niños, mientras el 30.2 por ciento restante (747 mil 749) son niñas. Aunque el Inegi apunta que la mayor parte de los menores de 17 años que trabajan tienen entre 15 a 17 años (64 por ciento) y el resto (35.8 puntos porcentuales) son menores cuyas edades oscilan entre 5 y 14 años.

De la población infantil que trabaja, 89 por ciento (2 millones 217 mil 648 menores) realizan alguna actividad económica no permitida y de ellos, 40 por ciento no tienen la edad mínima para trabajar, mientras 60 por ciento realizan actividades catalogadas peligrosas para la salud, su seguridad o moralidad, por lo que afecta el ejercicio de sus derechos y su desarrollo integral.

Por sector, el Inegi detalla que de la población infantil ocupada, 26.7 por ciento corresponde al agropecuario; 22.6 por ciento al de servicios y 20.2 por ciento al comercio. Entre los motivos que tienen los menores para ejercer alguna labor está el pago de su escuela o sus gastos (23.5 por ciento) y uno de cada 10 aporta económicamente porque lo necesita el hogar. Agregó que 42.5 por ciento no reciben ingresos por su trabajo y de quienes perciben hasta un salario mínimo, 38.2 por ciento trabajan de 40 a 48 horas a la semana.

En materia de educación, el Inegi señala que en 2015 la población que demandaba atención escolar (tres a 17 años) era de 33 millones 64 mil 767 personas, que representan 84.3 por ciento del total de niñas, niños y adolescentes, pero existen factores sociales, económicos y geográficos que impiden el ejercicio del derecho a la educación, sobre todo para la población que sufre pobreza y marginación, misma que presenta mayor riesgo de abandono escolar.

Los porcentajes más altos de niños que no asisten a la escuela se reportan en las edades de tres a cinco años, con 49.3 por ciento, y en los adolescentes de 12 a 17 años, con 36 por ciento, situación que aumenta su vulnerabilidad a la marginación.

La Encuesta Intercensal indica que la participación de los menores disminuyó 6.9 puntos porcentuales de 2000 a 2015 debido a un proceso de envejecimiento de la población, originado por factores como las transformaciones sociales y económicas del siglo XX que ayudaron a una mayor sobrevivencia de la población y una reducción paulatina de la fecundidad. Incluso, la Ciudad de México es la entidad con menor participación (24 por ciento), mientras Chiapas es el estado con más niños, niñas y adolescentes por cada 100 habitantes (39).

Cepal: cuesta 2.3% del PIB la malnutrición

Juan Carlos Miranda

En los pasados tres años más de 12 mil niños hasta de cinco años murieron por desnutrición en México y se prevé que entre este año y el siguiente otros mil 327 pierdan la vida por falta de alimentación adecuada, advierte un análisis de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Con base en información oficial, el organismo estimó que, a causa de la desnutrición, en 2014 fallecieron en México 7 mil 50 niños menores de un año y 2 mil 15 de entre uno y menos de cinco años; en 2015 fueron mil 918 casos y el año pasado mil 409, lo que da un total de 12 mil 392 niños menores de 59 meses que murieron entre 2014 y 2016.

También proyectó que por esa causa, entre 2015 y 2018 ocurrirán 9 mil nuevos casos de enfermedades diarreicas e infecciones respiratorias agudas y 52 mil extras de desnutrición.

En el estudio Impacto social y económico de la malnutrición, el organismo resaltó que si bien la desnutrición global (definida como la deficiencia del peso en relación con la edad) casi se erradicó en México entre 1988 y 2014, al bajar de 11 a 2.8 por ciento del total de niños hasta de cuatro años de edad, la crónica (la relación de la edad con la talla) sigue afectando a 13.6 por ciento de dicha población, por lo que continúa siendo un problema de salud pública.

En el estudio piloto se analizan datos oficiales de Chile, Ecuador y México respecto de la malnutrición por déficit (desnutrición) y la malnutrición por exceso de peso (sobrepeso y obesidad) y se prevé que el impacto combinado de esta doble carga representa una pérdida neta de producto interno bruto (PIB) de 2.3 por ciento anual en México.

Destaca que en México, la desnutrición representa una carga social y financiera entre 1.5 y tres veces superior a la del sobrepeso y la obesidad, debido el alto costo que ocasiona por la pérdida de productividad de las personas.

Reduce desarrollo cognitivo y potencial de productividad

El análisis, elaborado por los investigadores Andrés Fernández, Rodrigo Martínez, Ignacio Carrasco y Amalia Palma, agrega que, tal como se ha venido documentando ampliamente durante años, la desnutrición crónica en la infancia tiene consecuencias en la salud para toda la vida –incluido un mayor riesgo de sobrepeso y obesidad en la adultez– y reduce el potencial de productividad en la edad adulta.

El estudio resalta que la desnutrición aumenta la probabilidad de retraso de desarrollo cognitivo y sicomotor, lo que a su vez aumenta el riesgo de bajo rendimiento escolar y capacidad física, y restringe la productividad en la edad adulta.

Los impactos de la desnutrición vigente a 2014 sobre la capacidad productiva de la población de México permiten prever que, a valor dicho año hasta 2030 se generarían pérdidas equivalentes a 12 millones de dólares, pero al estimar el costo hasta 2078, se aprecia que los valores son significativamente mayores y ascienden a 11 mil 433 millones de dólares, debido a que habitantes de dicho rango de edad empiezan a formar parte del segmento en edad de trabajar a partir de 2025.

Además, refiere que los costos derivados de enfermedades crónicas asociadas a la malnutrición por exceso (principalmente la diabetes tipo 2 y la hipertensión) ya representan carga humana y financiera significativa y que va en aumento, pues se estima que para 2030, el costo que el sistema de salud tendrá que asumir para atender dichos padecimientos superará 95 mil millones de dólares expresado a valor neto de 2014 y para el periodo 2015-2078, estas cifras se multiplican más de 2.5 veces.

                                                         
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