Caso Javier Valdez: El gobernador delega investigación y su fiscal la elude

CULIACÁN, Sin. (Proceso).- En el primer cierre de edición que le tocó en el semanario Ríodoce, Aarón Ibarra se sorprendió por el comentario de Ismael Bojórquez, director de la publicación: “Aquí los viernes son días de fiesta”.

Al principio no supo cómo interpretarlo. Le costaba trabajo entenderlo, inmerso como estaba en la edición de textos, cotejo de fuentes, referencias y datos informativos.

Su desconcierto aumentó cuando Andrés Villarreal, un reportero que se sentaba muy cerca del lugar que ocupaba Javier Valdez Cárdenas, se levantó de su asiento, abrió una de las ventanas que daba a la calle y gritó: “Fui caaarterooo”.

Los transeúntes alzaron la vista hacia la ventana para saber quién gritaba pero nunca lo vieron.

Al paso de las semanas Aarón supo que era sólo una broma de la redacción; recurrían a ella para relajarse, sobre todo cuando el cierre de edición se complicaba.

La frase tenía su chiste, pues antes de ser reportero Valdez fue, entre otras cosas, cartero y músico; incluso fue candidato a diputado local por el Partido Revolucionario de los Trabajadores, de tendencia trotskista, que en 1982 lanzó como candidata a la Presidencia de la República a la activista Rosario Ibarra de Piedra, fundadora del comité de desaparecidos ¡Eureka!

Aarón la recordó la frase el martes 16 por la mañana en el auditorio del segundo piso de palacio de gobierno, en Culiacán. El lugar estaba lleno de trabajadores de medios de comunicación, académicos y artistas. Al escucharlo, el gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel, se le quedó mirando, casi sin parpadear.

La intervención de Aarón fue una de varias que el mandatario tuvo que escuchar al término de la protesta de centenares de personas que marcharon desde el atrio de la catedral, avanzaron por la avenida Álvaro Obregón, la principal de la capital, siguieron por Francisco I. Madero para meterse por calles de la colonia Almada y detenerse en el lugar donde 22 horas antes, al mediodía del lunes 15, un par de sujetos asesinaron a Valdez.

El homicidio ocurrió a la vuelta de las oficinas de Ríodoce, el semanario del que era cofundador. La marcha avanzó rumbo al Palacio de Gobierno hasta llegar al patio central, donde hubo gritos y exigencias para que Ordaz Coppel diera la cara. Tuvieron respuesta cuando los guardias abrieron las puertas del palacio con el mensaje de que el mandatario los recibiría en audiencia pública.

En ese encuentro Aarón contó que Valdez continuó siendo cartero, pues utilizaba su columna dominical en el semanario para entregar historias que no registraban otros medios aun cuando les competen a los sinaloenses. En ese espacio, llamada “Malayerba”, se ocupaba de las injusticias, de quienes perdieron seres queridos por las balas ciegas del narco, de los huérfanos y viudas, así como de personajes poco visibles en la cotidianeidad sinaloense.

Javier, dijo Aarón, fue cartero, padre de familia, maestro, compañero. Fue muchas cosas a lo largo de su vida. “Lo único que no puede ser, en lo que no puede convertirse, es en una cifra más por consultar”.

Indignación y negligencia

Los oradores le hicieron saber al priista Quirino Ordaz su descontento por la inseguridad pública en la entidad durante sus casi cinco meses de gobierno. Le recordaron a los maestros caídos en caminos rurales, abogados ultimados en la vía pública, policías abatidos en medio de disputas mafiosas, comandos armados que aterrorizan a los ciudadanos, escuelas y comercios cerrados.

Algunos le exigieron que abandonara el discurso “hueco” que adoptó desde que tomó posesión, en el cual atribuye el incremento de los índices de robo de autos, asesinatos y asaltos a un asunto de “percepción”. Le exigieron, en suma, que dejara de culpar a su antecesor de la situación, que empezara a gobernar o que renuncie.

El mandatario aceptó que la situación está fuera de control. Dijo que en la zona donde fue asesinado Javier no hay cámaras de seguridad. Los asistentes le pidieron que no mintiera, pues en los alrededores sí hay cámaras, sólo que no funcionan. Desconcertado, pidió a los manifestantes que trabajaran con él. Se dijo dolido por la muerte del periodista, a quien, afirmó, le tuvo aprecio.

El encuentro concluyó con un principio de acuerdo para conformar un grupo de seguimiento ciudadano en torno al caso Valdez. Las partes convinieron que los integrantes estarán en contacto permanente con las autoridades para monitorear avances, analizar hipótesis y concretar acciones.

Cuando los ánimos se exacerbaron, Ordaz Coppel se paró de la mesa al sentirse presionado, pero luego volvió a sentarse. Anunció que el titular de la Fiscalía General del Estado, Juan José Ríos Estavillo, se pondría en contacto con el comité. En este funcionario delegó responsabilidades para dar seguimiento y mantener informado al gremio y a la sociedad. Y cuando le exigieron que presentara su renuncia si en un plazo determinado los responsables del crimen no estaban tras las rejas, no quiso comprometerse.

Al día siguiente Ríos Estavillo se hizo a un lado: Dejó entrever que el caso lo atraerían las autoridades federales por medio de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos contra la Libertad de Expresión (FEADLE). En conferencia de prensa anunció que ya se realizaban las primeras diligencias pero no tenían ningún avance. Dijo que de marzo pasado, cuando tomó posesión, a la fecha su equipo apenas conoce el terreno.

De plano contradijo al gobernador, quien el martes 16 dijo que le daría todo el apoyo para resolver el asesinato de Valdez. Señaló que no había recursos para crear una fiscalía especial –la opción que el mandatario propuso– ni contaban con la tecnología para avanzar en las investigaciones. A casi 72 horas del asesinato, no tenían ni las imágenes de las cámaras de los comercios aledaños al lugar donde cayó el periodista de Ríodoce.

El pulso de una “guerra”

En la edición del pasado 26 de marzo, la columna “Malayerba” se tituló “Te van a matar”. En el primer párrafo se lee:

“Se lo decían los amigos, los familiares, los compañeros del gremio. Cabrón, cuídate. Estos güeyes no tienen madre. Son unos malditos. Pero seguía escribiendo críticas y denuncias en sus columnas en uno de los diarios de la localidad: apedreando con sus teclas, sus palabras, el ejercicio del poder político, la corrupción, la complicidad entre criminales y servidores públicos, la policía al servicio de la mafia”.

Era la historia de un reportero con experiencia de varios años, con andanzas en senderos repletos de “plantas con espinas”. Ese periodista al que se refería Valdez “tenía en el pericardio un chaleco antibalas…, la pluma y la libreta eran rutas de escape, terapia, crucifixión y exorcismo”.

El ejemplar de Ríodoce donde se publicó esa columna traía en portada un titular que decía: “Navolato, sucursal del infierno. Narcos se disputan narcomenudeo, robo de combustible y salida al mar”. Era el seguimiento a la pugna desatada al interior del Cártel de Sinaloa luego de la extradición, en enero pasado, de Joaquín El Chapo Guzmán.

Ahí estaba el pulso de los días de balaceras continuas, vehículos con artillería derrapando en la calle, mientras eran grabados por cámaras de celular de transeúntes atrapados en medio del fuego de las facciones identificadas como Los Chimalis, pistoleros de los hermanos Iván y Alfredo Guzmán Salazar, y Los Montana, matones al servicio Dámaso López Núñez, El Licenciado, quien hoy está preso.

Semanas antes, en la edición del 19 de febrero, la portada del semanario decía: “Responde Dámaso: ‘No disparé a los Guzmán y soy amigo del Mayo Zambada”. El texto, firmado por Javier Valdez, era la entrevista a un supuesto enviado de López Núñez y era la respuesta a una misiva atribuida a los hermanos Guzmán Salazar que habían hecho llegar días atrás al noticiario televisivo nocturno del Grupo Imagen que conduce Ciro Gómez Leyva.

La edición del semanario fue comprada en su totalidad por hombres armados, quienes recorrieron los puestos de periódicos de la capital sinaloense. También se llevaron la edición del rotativo quincenal La Pared, que incluyó una entrevista con el mismo mensaje de un presunto integrante del grupo encabezado por El Licenciado.

Desde esa ocasión, la edición impresa de La Pared dejó de circular, siguió en su versión digital y sus editores marcaron distancia de las coberturas relacionadas con el narco. En el caso de Ríodoce no fue así, aunque con menos intensidad el trabajo continuó.

En su edición del domingo 7, Ríodoce registró la captura de López Núñez en la ciudad bajo el titular “La fiesta de los menores”. Era un texto con las claves detrás de la caída del principal adversario de los hijos del Chapo y de su tío, Aureliano Guzmán Loera, a quien se le atribuye en el gobierno federal un liderazgo emergente dentro del grupo afín a su hermano extraditado.

Memoria de un gran hombre

“Fueron esos hijos de la chingada, mano. No puede ser. Ya no respetan nada”, decía el escritor Leónidas Alfaro Bedolla la tarde del martes 16 en la funeraria donde eran velados los restos de Javier.

Fueron “esos”. En Sinaloa todo mundo sabe que están ahí, el poder “invisible” del narco que en cualquier momento se hace presente a tiros, repetía.

Autor de la novela Tierra Blanca, donde se registran las andanzas de uno de los viejos capos del narco que vivió en esta zona de Culiacán, famosa por ser donde residían los primeros jefes de la mafia, el escritor comentó que Javier era un hombre completo, cabal y entregado a su pasión: la escritura.

Las tres salas del velatorio, la capilla y la cafetería, resultaron insuficientes para albergar a cientos de amigos de quien fuera corresponsal del diario La Jornada. Había artistas, caricaturistas, académicos, directivos de medios, políticos de diferentes partidos y colegas llegados de la Ciudad de México.

Era necesario conocer bien a Javier para identificar también a gente humilde, como meseros y vendedores ambulantes, con los que el reportero hizo amistad por su manera de ser directa, malhablada, irreverente.

“Reprobaba la sumisión, corrupción e injusticia; rechazaba la hipocresía, la suciedad de la política, de los intereses del poder, pero sobre todo le indignaba la falta de decoro”, expresó la doctora Teresa Guerra Ochoa, titular del Colectivo de Mujeres Sinaloenses y promotora de la igualdad de género.

El diputado federal independiente Manuel Clouthier Carrillo, exdirectivo del periódico Noroeste, lamentó la muerte de quien, dijo, era uno de los mejores reporteros del país y a quien consideraba su amigo.

                                                         
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